Los trabajadores tenemos las manos libres para defender nuestros derechos

La intencionalidad de los monopolios, a través del actual gobierno, de implementar una “nueva” reforma laboral que se propone como objetivo destruir y eliminar los derechos adquiridos de los trabajadores, no solo es anticonstitucional sino que pone en blanco sobre negro el objetivo que sin desmayo se propuso la burguesía a partir del golpe de la Libertadora de 1955 que, por supuesto, violó todas las normas políticas y legales, incluso a sangre y fuego, como fueron los bombardeos a Plaza de Mayo cometiendo una matanza a hombres, mujeres y niños de nuestro pueblo inertes en nombre de la patria. De ahí en más la resistencia y un sinnúmero de luchas por nuevas conquistas, llevaron al empantanamiento a las intenciones de la burguesía.
Elecciones, golpes militares, y así sucesivamente, hasta llegar al genocidio más grande que haya conocido nuestra Historia. Y a pesar de ello en medio del Proceso Militar, con la prohibición del derecho a reunión, la prohibición del derecho a huelga, siendo sistemática la detención y desaparición de personas, acompañado de una batería de despidos y hostigamientos, la cantidad de huelgas durante la última Dictadura, al igual que en las anteriores, y pese al terror sembrado, fueron huelgas y luchas de tal magnitud las que erosionaron y socavaron el poder hasta hacerlos tambalear y caer. Muchas pequeñas huelgas se sucedieron hasta que llegaron los paros nacionales. Pero la base de sustentación de tales huelgas nacionales fueron las huelgas por fábrica que junto a otros fenómenos, posibilitaron el debilitamiento y posterior caída de la Dictadura.
Muchos ideólogos tergiversan la Historia afirmando que la Dictadura cae por las Malvinas. Tal análisis es erróneo, pues fueron las luchas de la clase obrera las que debilitaron el plan económico de Martínez de Hoz, y por ende las que les produjeron el aislamiento a los militares, lo que los empujó a la aventura de las Malvinas como último recurso pretendiendo sostener apoyo en un sector de la pequeña burguesía (golpeada también económicamente) ante el desprestigio cada vez mayor que crecía geométricamente en el gobierno militar.
En tales medidas de lucha de los trabajadores no existían las coberturas “legales” o reglamentaciones, ni estatutarias ni cosa por el estilo. La burguesía se había colocado por fuera de la Constitución y por fuera de la propia legalidad burguesa. El asunto estaba claro para los trabajadores que no tenían las manos atadas por la ley burguesa: la acción desde la independencia política pasó a ser el factor determinante. Así fue que desde la organización clandestina o semi clandestina la legitimación de las organizaciones obreras era total, pues nacía de lo más profundo del seno de las bases.
Basta recordar, por ejemplo, la extraordinaria huelga de los trabajadores de subterráneos en el ’82, con la organización denominada Interlíneas donde se reclamaron aumentos salariales, y los militares no tenían con quién dialogar salvo los panfletos que indicaban los aumentos que se querían.
Todo esto viene “a cuento” de la nueva situación donde la burguesía monopólica, a través de su gobierno y los sindicatos en casi su totalidad, y violando las propias normas constitucionales, le terminan dando libertad de acción a los trabajadores para que legítimamente emprendan acciones y reglamentaciones nuevas, pues la revisión de convenios inconsulta que atenta contra los derechos adquiridos, o cualquier medida de reforma que se implemente vía el Parlamento, está por fuera de la Constitución tanto en el aspecto político como jurídico vigente, el cual no se puede transgredir pues en los hechos viola el Estado de Derecho del que tanto les encanta hablar.
Por ejemplo, el acuerdo de ATILRA (lecheros), y la modificación de un convenio que atenta contra los derechos adquiridos de los trabajadores, les desata las manos a estos para que desconozcan abiertamente su sindicato o sus autoridades sindicales y todas sus normas y reglamentaciones. Es decir, toda nueva forma de organización que se geste con el aval y participación de las masas pasará sin duda alguna a ser la única herramienta verdaderamente legal y constitucional apelando al artículo 14 bis de la Constitución Nacional pues este ha sido flagrantemente violado.
Todo lo demás son especulaciones leguleyas y traidoras a las cuales los trabajadores tenemos que darles la espalda. Estos gobiernos en nada se asemejan a las dictaduras, porque nuestro pueblo ganó mucho terreno en las libertades políticas, conquistas que nos las desvirtúan hablándonos de esta democracia. Tenemos todo para ganar. La lucha dignifica y con ello avancemos hacia nuevas y superiores formas de organización y representatividad, si es necesario, asumiendo que la autoridad máxima es la voz de las mayorías y su independencia para decidir.

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