Una autocrítica necesaria

De los sucesos de los días 14 y 18 de diciembre protagonizados por nuestro pueblo, las enseñanzas que quedaron fueron muy grandes donde apareció el rasgo distintivo de la democracia directa ejercida por la clase obrera y el pueblo, en innumerables centros de trabajo donde se debatió y resolvió el rechazo activo a la reforma previsional, que luego se vio coronada con una multitudinaria movilización frente al Congreso, ícono de la democracia representativa.

La burguesía, en su recinto, debatía un nuevo golpe a nuestro pueblo mientras éste desde afuera expresaba contundentemente su rechazo. Así se plasmaban en dos fotografías antagónicas e irreconciliables la nueva situación que se abría de la lucha de clases: la burguesía entre cuatro paredes con su democracia representativa, y nuestro pueblo abrumadoramente con su democracia directa.

En nuestra página y la prensa escrita de nuestro partido, en múltiples artículos desarrollamos nuestro punto de vista sobre los hechos que llevaron a tal situación, y analizamos el devenir inmediato del rumbo que estaba y está tomando la situación política, todo en el marco de nuestro desafío estratégico hacia nuevas etapas de la lucha por el poder político basado en la necesidad de una salida revolucionaria.

Lamentablemente cuando caracterizamos los hechos violentos y escaramuzas producidos que luego desembocaron en una represión generalizada con el fin de disolver la movilización de casi 500 mil personas, en uno de nuestros escritos afirmamos la siguiente frase: “los provocadores de los servicios de las fuerzas gubernamentales o los funcionales lúmpenes que actúan por fuera del sentimiento generalizado del pueblo movilizado no pudieron tapar la masiva movilización”. Tal expresión, pensamos, autocríticamente (y aceptando las críticas que nos han hecho llegar) no es correcta pues cientos de jóvenes de nuestro pueblo, abrazados por la indignación y bronca, enfrentaron a la represión más allá de cómo haya sido gestado el hecho, donde creemos que tal violencia hay que ubicarla en el contexto real de la vida violenta a la cual está sometido nuestro pueblo, como lo planteáramos en esta misma página en el artículo VIOLENTO ES EL SISTEMA.

Nosotros reafirmamos nuestra posición fundamental que es hacer eje en la más amplia movilización de los trabajadores y el pueblo, y lo que ello significa en el contexto de la actual etapa de la lucha de clases en nuestro país, lo cual no nos puede (de ninguna manera) conducir a que el árbol nos tape el bosque.

La ausencia de una alternativa revolucionaria visualizada y abrazada por el más amplio movimiento de masas, es la causa que manifiesta una dispersión y desunión en el campo del pueblo, por lo tanto las conductas políticas en función de una dirección política con objetivos claros también se manifiesta no homogéneamente más allá de los fenómenos políticos como se manifiesten. Pero sí una cosa está clara: las medidas y las políticas llevadas a cabo por este gobierno unificaron un contundente rechazo popular expresado no sólo en las gigantescas movilizaciones de diciembre.

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