La chatura salarial es ahora, el hambre es ahora, la inflación es ahora

Los pactos de gobernabilidad que por estos días ocupan los anuncios políticos del gobierno y la oposición, con todo el arco de las burocracias incluidos, constituyen una vieja receta de la burguesía monopolista.

Sin embargo, el escenario ya no es el de otras épocas. La crisis se ha profundizado. Los choques de intereses entre las diversas facciones del capital monopolista se ventilan en esta crisis de forma más cruenta y expuesta. Se traslucen en la bolsa, en las devaluaciones, en la inflación, en los ajustes, en la fuga de capitales, en el cierre de empresas, etc.

Es un escenario económico y político inestable e incierto que domina la superestructura y que ha entrado en un derrotero que condiciona toda capacidad de centralización política del conjunto de sus planes.

Los vaivenes de las representaciones políticas de estas facciones monopolistas, los partidos políticos burgueses y reformistas verifican la lucha de los intereses en pugna que se está ventilando en el seno de la superestructura.

Y la incapacidad de sostener los llamados “pactos de caballeros” respecto de los congelamientos de precios impulsados por el macrismo, los posteriores aumentos, las devaluaciones recientes, las garantías sobre el pago de la deuda al FMI, etc., son un botón de muestra de todo ello. No hacen más que graficar en términos políticos la debilidad del gobierno y las desconfianzas recíprocas que existen en las alturas. Al mismo tiempo, nos muestran la imposibilidad de salidas a la crisis.

Los pactos de gobernabilidad entre el macrismo, el PJ, los K, las cúpulas sindicales, que aventuran supuestos escenarios de estabilidad y de soluciones mágicas, están condicionados por la afirmación de la crisis en términos más agudos. La agudeza de la misma se expresa en las condiciones de vida y de trabajo, en la miseria, en la explotación de millones…

Sin embargo y a pesar del despotismo del capital monopolista, que no mira reglas, ni convenios, ni leyes, ni Constitución, a la hora de aplicar sus políticas – y teniendo en cuenta que sus expresiones políticas, partidos y sus aparatos, son un reflejo de ellas en las medidas y conductas que asumen, necesitan sostener un régimen social que garantice la continuidad de sus ganancias. En base al empobrecimiento y explotación, al ajuste, los compromisos de deudas y las garantías de chatura salarial deben precisamente tener consenso social para sostenerlo.

He ahí la lucha de clases que se ventila, que no aparece en grandes titulares como los pactos, pero, que esta tan presente como la crisis misma.

Aún en este escenario de crisis y que no pueden contener, sabiendo que no tienen salidas, pergeñan estas políticas como un medio para sostener el capitalismo y toda su inmundicia. La gobernabilidad y los pactos que por estas horas están ventilando, pasan precisamente por la necesidad de convencer a los trabajadores y el pueblo que las reglas del juego electoral, la institucionalidad burguesa, son las únicas garantías de “estabilidad y de cambio”.

Porque la crisis es tal que se puede llevar puesto al propio gobierno macrista. A pesar de ello y teniendo en cuenta los pactos de gobernabilidad, buscan sostener las premisas políticas para garantizar la continuidad del sistema y su institucionalidad.

La lucha de clases está sin dudas a flor de piel y los pactos de gobernabilidad pasan por no tocar las garantías que se han establecido para las ganancias de las diversas facciones de la burguesía monopolista.

Pasan por establecer un marco de centralización, aún teniendo en cuenta sus contradicciones internas y de continuidad. Sobre esos esclavos asalariados y pueblo que no representan más, con una expresión de descontento generalizado que existe. En rasgos generales y esenciales, la lucha de clases del capital contra la clase obrera y el pueblo tiene estas premisas, sin las cuales no podría sostener su dominación.

La contradicción insalvable está en que mientras ellos abordan todas estas iniciativas para “su salvataje en octubre”, todo sigue empeorando para la vida de nuestro pueblo.

Esta situación es la que pesa con toda crudeza y la que se hará mas insostenible en el corto tiempo. La inflación no bajará y las devaluaciones seguirán en ascenso, incluso los mismos pactos de gobernabilidad serán susceptibles de desaparecer en un instante. Frente a ello y lo que puede precipitarse desde la masividad, el capital con sus pactos de gobernabilidad arma sus anticuerpos.

Sin embargo, más allá de toda especulación, es el presente el que nos pesa, no las perspectivas inciertas de un devenir en manos de una clase social putrefacta que basa su existencia en el hundimiento de millones. La chatura salarial es ahora, el hambre es ahora, la inflación es ahora. La necesidad de enfrentar es ahora, octubre cerca, pero…  está lejos para lo que significa vivir en estas penosas condiciones. Entre este presente y una invocación electoral a fantasías ideales inventadas por la burguesía, la dignidad no espera. Es hoy y en las calles, en las barriadas, en las fábricas. Es la que construimos desde las bases, en unidad, en las calles.

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