No hay tregua ni pacto social para llegar a un octubre electoral.

Mientras los partidos políticos de la burguesía muestran a sus anchas su descomposición, sus popes no desperdician oportunidad para mostrarse tal cual son.

La co-gobernante Lilita Carrió tuvo una expresión que expresa su historia en el presente. Hizo gala de su soberbia para amenazar a un periodista que simplemente le exigía nombres de los funcionarios que ella acusaba de relaciones directas con el narcotráfico en Río Cuarto.

En menos de doce horas el gobierno y personajes de la “oposición” se sientan a una mesa para acordar políticas continuistas con el beneplácito de un sector de la oligarquía financiera que está exigiendo disciplina y orden en la dominación.

El resto del arco electoral de la burguesía expresado por el ex titular de la UIA parecería liderar todo un pensamiento que contiene esa disputa por el control y administración del Estado. En ello El Kirchnerismo, en persona de la ex presidenta y de su vocero Kicilof dan garantías al FMI de que no existirá ningún exabrupto con las deudas adquiridas por la actual administración lo que ha despertado simpatías en la banca internacional.

Mientras tanto una parte de los “empresarios sindicales” llaman a la paz social y convocan a una movilización pro-octubre en aras de candidatear a uno u otro exponente de la burguesía o simplemente para confrontar intereses enormes con los otros “empresarios sindicales” quienes están al timón de la CGT.

La vida cotidiana para nuestro pueblo está pasando por otro lado. Muy lejos de estas disputas, el dolor, la bronca, el sabor amargo del día a día no cede y golpea muy duro.

El desgobierno actual, los vaivenes de las políticas de esta administración, su debilidad para centralizar y disciplinar a los diversos intereses de la burguesía en pugna no les impide hacer negocios y a la vez facilitar procesos de concentración como pocas veces hemos visto en nuestra propia historia.

Pero una cosa es hacer buenos negocios, avanzar sobre los intereses del todo el pueblo con una dominación política e ideológica de las grandes mayorías explotadas y oprimidas y otra cosa es hacer negocios con un pueblo que no explota de bronca, pero empieza a ganar las calles y resiste de mil maneras la subordinación política a la burguesía monopolista e intuye que para golpear con severidad hay que tener con qué y es ese camino el más elegido por las nuevas avanzadas de la clase obrera y el pueblo para presentar batalla.

En estas circunstancias la desconfianza a todo lo que viene de arriba está generalizada, ello por sí mismo es lucha de clases y se expresa hasta con el silencio más profundo, el poder lo sabe y no hay dos que se pongan de acuerdo para conseguir una “receta” que pueda encapsular la memoria rebelde de nuestro pueblo.

Ellos quieren llegar a un octubre electoral y con ese fin hacen la vista gorda al apriete salarial, a las condiciones de vida deplorables que estamos soportando. A ellos los une ese espanto de octubre y a nosotros pueblo nos une un hilo invisible del día a día. Unos por un interés tan cercano como éste y los otros por un interés tan lejano.

Nadie está arrodillado. En todo caso la “espera por otra cosa” está asociada a la necesidad de golpear y tener conqué hacerlo y es ello lo que se está amasando y es ello lo que pasa a un primer plano de la política. No hay ningún tipo de condiciones políticas para que en el arriba logren una centralización para dominarnos como quisieran dominarnos. Es por ello que los revolucionarios debemos aprovechar esta debilidad para que en lo cotidiano no puedan gobernar, no queden indemnes de aquí a octubre y que todo el arco burgués asimile que estarán cada vez más sujetos a la lucha de clases. Estarán condicionados por el abajo, única garantía para frenar el desenfado con el que actúan.

Quienes “acusan” a los revolucionarios de ser optimistas y sobrestimar política e ideológicamente a nuestro pueblo usan el argumento de presentarse a las próximas elecciones como los salvadores de la patria, como los arregla “tutti” emulando al ex presidente Carlos Menem con su “avanzada” consigna “¡síganme, que no los voy a defraudar!”, pero a la vez ocultan que el verdadero programa que los une es el sostenimiento del sistema capitalista a través de su Estado de clase.

Cuando hablamos de no dejarlos gobernar, que octubre está lejos, lo planteamos desde una estrategia de lucha por el poder, es en función de que con ésta política iremos preparando y acumulando las fuerzas orgánicas de la revolución.

Golpear y acumular es una conducta política hacia la lucha por el poder que no subestima ninguna batalla por más que ella sea pequeña y aislada, pero cuando hablamos de acumular hacemos el acento  en la conducta política y es allí en donde todo el pueblo tiene que saber que lo que une es un camino de acumulación en función de la lucha por el poder. Es a partir de ese punto que las avanzadas tienen que actuar sin subestimar a nuestro pueblo, emprender todos los días la preparación de las fuerzas enfrentando las políticas de la burguesía.

Es en ese contexto en donde la resistencia a las políticas del poder cobra vigor, en donde cada expresión de confrontación y enfrentamiento acumula en un torrente de cambio revolucionario en donde los sectarismos y “grietas” no tienen cabidas. La unidad adquiere un sentido práctico si en ello se condensa el rumbo de preparación de fuerzas hacia el poder.

El octubre de la burguesía está muy lejos y los problemas de nuestro pueblo tan cercanos, dos tácticas antagónicas para el proceso revolucionario en la hora actual.

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