Con el gobierno de la burguesía, trabajadoras y trabajadores sufren y mueren

 

De entrada ponemos sobre aviso al lector que si esperaba opinión sobre los arreglos y enjuagues electorales de las últimas horas (Macri con Pichetto, Massa y los Fernández), esta nota no va a colmar esas expectativas. Acerca de la kermesse electoral ya hablan demasiado los medios burgueses (por no decir, es de lo único que hablan) y nuestro partido tiene una clara posición al respecto que, hoy por hoy, no consideramos puedan volcarse más argumentos que los ya volcados.

Hablaremos de una noticia que pasó absolutamente desapercibida, en el medio de la mugre de candidatos que se postulan como los mejores garantes de la oligarquía financiera pero no dicen una palabra de estas cosas.

El sábado 8 de junio falleció la docente Ana Zabaloy, directora de la escuela Nº 11 José Manuel Estrada de la localidad de San Antonio de Areco. Ana fue impulsora de la Red Federal de Docentes por la Vida, organización que lucha contra las fumigaciones con agrotóxicos en las escuelas rurales. Ana, precisamente, falleció de cáncer; como si el compromiso acérrimo que asumió para luchar contra el envenenamiento de poblaciones enteras hubiera necesitado, además, el testimonio de su muerte por causas provocadas por ese criminal proceso que sufren los pueblos del interior.

Por eso lector, si llegó hasta aquí en su lectura, comprenderá por qué no vamos a hablar hoy de los que todos hablan. Porque de los que hablan y no dicen nada, ya tenemos bastante.

Y tenemos que decir que en la Argentina nuestros hermanos de clase mueren por el sólo hecho de ir a trabajar. Sea que se los envenena, que no se les brinda los mínimos requisitos de seguridad, que se los somete a ritmos de producción en los que las probabilidades de un “accidente laboral” aumentan proporcionalmente a las ganancias que la burguesía monopolista se apropia. Hace un año nomás la directora y el auxiliar de una escuela en Moreno murieron tras la explosión de una instalación de gas defectuosa; hace meses nomás murieron dos obreros en Vaca Muerta, y ya son ocho, desde que se impusieron condiciones laborales para bajar costos a los capitalistas; hace días nomás (el lunes 10/6) murió un obrero en un yacimiento minero de la empresa Tritón ubicado en Gobernador Gregores, provincia de Santa Cruz. Y la lista es más amplia. Y lo seguirá siendo si depende de que la burguesía monopolista y sus gobernantes de todos los niveles hagan algo para impedirlo.

Porque si hay una característica común que atraviesa a todos estos casos es que se han producido en ciudades y provincias gobernadas por oficialistas y opositores por igual. La billetera de la burguesía no diferencia color político a la hora de comprar funcionarios y gobernantes cómplices y hasta accionistas de las empresas que matan. Ni que hablar de los sindicatos, pieza componente de toda esta maquinaria de muertes anunciadas.

Dos conclusiones imperiosas deben hacerse. La primera es que toda la superestructura política al servicio del capital monopolista está salpicada por estas muertes. Tanto este gobierno como los anteriores, precisamente por ser gobiernos del capital, son los responsables políticos de estas muertes. De allí que ninguno de los candidatos hablen de las mismas. Ni del problema en sí. En definitiva, todos proponen más capitalismo (no importa el adjetivo que utilicen) y es al altar del capitalismo al que ellos rezan.

Segunda conclusión, y que tiene que ver con la primera, es que si esperamos que alguno de los estamentos del poder monopolista nos “defienda” las muertes seguirán siendo inexorables. Esta batalla la debemos dar los trabajadores mismos desde cada lugar de trabajo, con nuestra propias herramientas en las que nos organicemos para luchar por nuestras conquistas y derechos que incluyen el no tener que morir por ir a ganar el sustento para nuestras familias.

Así lo entendió Ana Zabaloy y actuó en consecuencia.

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