Ni traidores ni panqueques: serviles y defensores de los monopolios

Todo el circo electoral sigue su curso viento en popa, a horas de haberse cerrado las “alianzas” o “frentes” que se presentarán en las “NO P.A.S.O.” En definitiva, una enorme encuesta nacional que le cuesta al país una fortuna y que nada tiene que ver con el objetivo para lo cual fueron concebidas por la burguesía: de internas no tienen nada, se presenta todo abrochado y empaquetado. Así de maltrecha está la democracia representativa, andrajosa, tramposa y hasta “inexplicable” para algún desprevenido.

Sin embargo, los cruces de vereda y esos acuerdos por arriba no hacen más que expresar la tremenda crisis -devenida en podredumbre- que atraviesa a todo el arco político del sistema, esta vez -si se quiere- como nunca antes. Vale decir que los personajes de todo ese espinel, de un lado y de otro, que se acomodan electoralmente al mejor postor, no son ni traidores ni panqueques, como nos quieren hacer creer los ilustres analistas políticos de la burguesía: son todos serviles defensores de los monopolios, de sus planes de saqueo y explotación, de sus planes para aumentar sus ya fabulosas ganancias, de sus planes para achicar nuestros salarios y jubilaciones, y seguir transformando el día a día de nuestro pueblo en un verdadero infierno.

Estas épocas son una verdadera y cabal muestra de todo el pus que drena de esta democracia representativa, que no es otra cosa que el principal mecanismo de engaño que tiene la clase burguesa para intentar garantizar sus ganancias, y de alguna manera sobrellevar los tropiezos y temblores que le genera la lucha de clases.

Mientras en “las altas esferas de la política” se cuecen acuerdos y alianzas que no son otra cosa que expresiones de diferentes sectores de la burguesía monopolista en pugna por posicionar de tal o cual manera sus intereses de negocios, la coyuntura política, económica y social que vivimos y padecemos millones de argentinos, profundiza todos los males que nos aquejan. Cada vez más, unos pocos se apropian de todo lo que generamos con nuestro trabajo, y el esfuerzo y sacrificio que tenemos que hacer es cada día mayor. Así se vive.

Los niveles de concentración económica son una carrera loca, donde la economía no puede frenar su proceso de concentración de riqueza.

Lo único que conocemos en manos de todos estos impresentables bajo el sistema capitalista es una vida infeliz como comunidad. Gobierno tras gobierno nos vuelve a confirmar y reconfirmar que -lejos de aportarnos soluciones- del capitalismo lo único que podemos esperar es una profundización y deterioro aún mayor del hambre, más superexplotación y miseria, más muertes evitables. A eso estamos condenados mientras se sostenga este sistema de vida.

Las versiones que responden a los intereses de la clase dominante, ya sean “progresistas”, “liberales”, “nacionalistas” u otras yerbas, justifican la democracia representativa y su participación en ella, planteando que podemos retornar “a tiempos mejores”, que es viable un capitalismo de Estado, más bueno que este…

Como si fuera posible un camino -en última instancia- de ciertas reformas dentro de la etapa imperialista del capitalismo, destino final de un sistema social de vida que lo único que tiene para ofrecerle a la humanidad es lo que ya padecemos. Es como pretender volver la Historia para atrás … Y después resulta que los idealistas somos los que nos planteamos la revolución.

En fin, un engaño de pe a pa lleno de promesas que nunca se cumplen. Y que en el terreno de la ideología buscan seguir confundiendo respecto a la necesidad de una revolución, para que ésta nunca se realice, o como mecanismo para tratar de retardarla lo más posible.

En confrontar contra estos planes estamos abocados los revolucionarios, más allá de los espejitos de colores electorales con los que intentan entretenernos para que nada cambie.

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