Informe Político del 17º Congreso del PRT

Publicamos el Informe Político aprobado por el 17º Congreso del PRT, que recientemente llevamos a cabo. El mismo será parte de los documentos finales del Congreso que editaremos en breve, junto a los demás documentos aprobados, que abordan el tema de Partido, Propaganda y Lucha ideológica, y Programa.

  1. SITUACIÓN INTERNACIONAL.

Uno de los aspectos que deberíamos analizar como centrales es cómo la clase obrera mundial vino amasando durante más de una década un presente que hoy ha provocado el mayor de los desconciertos políticos conocidos hasta aquí en el sistema capitalista.

Largas décadas en donde la oligarquía financiera supo batallar en dos terrenos: el político y el ideológico.

Sostener el sistema implicaba adecuar la superestructura política a las bases materiales que se asentaban en un proceso de concentración cada vez más brutal.

La concentración política fue lograda en el inicio del proceso de globalización cuando el objetivo central de imponer un salario chino a nivel planetario fue acordado por el entonces presidente de EEUU, Richard Nixon, y su par Mao Tse Tung.

De allí en más la lucha ideológica contra el proletariado no le fue a la zaga. Hemos escrito mucho fundamentando estos temas. Pero resumiendo en dónde localizaron esas avanzadas de la lucha ideológica afirmaríamos que la primera y fundamental era “la desaparición” de la clase obrera como clase productora y como clase antagónica de la burguesía. A modo de ejemplo la desclasan con una de sus frases más comunes (pero no la única) que es la “incorporación al mercado de una nueva clase media”.

Junto a este primer aspecto aparece “la inviabilidad de revoluciones socialistas” y con ello “la imposibilidad de la lucha por el poder” como una consecuencia necesaria.

Reiteramos que sobre estos lineamientos generales hemos elaborado muchos trabajos y desde hace muchos años, ese análisis clasista nos ha permitido sostenernos con diferentes políticas de caracterización de cada momento vivido.

Partiendo de estas ideas centrales, a partir de la crisis política y económica del sistema de los años 2007-2008 a nivel mundial (y cuyo epicentro fue el propio EEUU) la ideología burguesa se mantuvo muy firme para hacer desaparecer de allí en más el carácter político que irían a tomar las luchas del proletariado internacional y comenzar a oscurecer desde su etapa embrionaria una nueva oleada de lucha de clases, en donde la clase obrera industrial iba a clavar profundas estacas en el devenir y en el actual presente del desconcierto político con el cual iniciamos este Informe.

Mirar este presente desde las clases enfrentadas solo podría sostenerse si en él comenzáramos a fortalecer ya no solo la idea de la existencia de la clase obrera sino cómo desde ella hay que empujar la historia hacia adelante,

El sistema capitalista en más de cuarenta años incorporó miles de millones de obreros y obreras jóvenes a la producción industrial, a los cuales la ideología burguesa los llamó “nueva clase media” por su acceso al mercado. Se encargó muy bien de “fundamentar” que el uso de un celular y el uso de un automóvil (entre otras tantas e infinitas cosas) mágicamente producía un ascenso en su “escala social”.

Pero esta clase obrera industrial comienza a irrumpir en uno de los riñones del sistema capitalista. Nos referimos a la histórica huelga de los obreros de la empresa Honda en la provincia de Cantón, en la costa sureste de China, del 17 de mayo al 15 de junio del 2010. Esta huelga no solo logró un triunfo notable en todas sus reivindicaciones económicas, sino que desde allí se comenzaron a extender nuevas huelgas en reclamo de mejoras salariales y condiciones de trabajo.

Nos interesa una de ellas sin menospreciar el resto. La sexta huelga de una factoría industrial de esa ola expansiva se caracterizó en el hecho que 200 obreros, todos ellos muy jóvenes, se lanzan a la huelga arrastrando a casi la totalidad de la empresa. La empresa japonesa radicada en China se vio obligada a paralizar la producción y desde allí afectar la entrega de auto partes a Honda y esta vez también a Toyota. Ese año 2010 fue un año de inflexión para la clase obrera mundial.

El salario chino iba a dejar de ser el que era y todo el noreste del país iba a contagiarse de certero golpe de esa clase obrera.

Estamos hablando de cientos de miles de obreros industriales que irrumpían luego de una larga noche en donde aún pesaban fuertes presiones culturales de emigraciones internas del campo a la ciudad. Jóvenes obreros y obreras que jugaron un papel preponderante ante ese arrastre ancestral de dominación clasista. Recordemos que un antecedente muy doloroso recorría la planta del gigante tecnológico Foxconn en donde existió una ola de suicidios por las condiciones de vida de sus trabajadores.

Con este antecedente proletario que la burguesía monopolista ocultó celosamente, el sistema capitalista comenzaría a hacer agua en la centralización política adquirida en cuatro décadas.

La conquista de nuevos salarios y de mejores condiciones de vida iba a comenzar a tensar la lucha de clases iniciando un nuevo proceso a nivel planetario. Es cierto, fue una irrupción, un germen, una advertencia, pero esa clase obrera iba a ir amasando otros golpes certeros pero esta vez a escala planetaria.

En los años 2015-2016 hubo un antecedente de huelgas proletarias en la india de más de 100 millones de obreros. En el año 2018 mareas humanas campesinas se movilizaron en las principales ciudades de ese enorme país para producir -en ese año- la huelga más grande del proletariado industrial en la historia de capitalismo. 200 millones de proletarios en huelga, movilizados y consiguiendo la adhesión en la calle de estudiantes, agricultores… logrando un aumento salarial y -a la vez- una serie de conquistas políticas inimaginables poco tiempo atrás.

Entre los años 2010 y 2015 ya nuestro planeta no era el mismo. Sin embargo, la clase dominante supo transitar el camino de la lucha ideológica y utilizarla como arma fundamental para sostener la idea desclasada en todos los levantamientos por reivindicaciones políticas y económicas.

De la época de radicación de empresas monopolistas en China y en India se pasó a la idea de erradicación de empresas de ese tenor a otros puntos del planeta. El sudeste asiático fue el primer intento y en ello creyeron que pasarían otras cuatro décadas para el pronunciamiento clasista.

Serios intentos de radicación en Vietnam. Empresas monopolistas -sobre todo de textiles y de zapatillas- se trasladaron a ese país imponiendo salarios menores que los chinos. Pero en este setiembre de 2019 la advertencia del proletariado de Corea del Sur iba a provocar un nuevo tembladeral en el sistema capitalista. Es que los obreros de GM comenzaban una huelga por aumentos salariales, condiciones de trabajo y se incorporaba un elementos político e ideológico: la solidaridad con la huelga de GM en EEUU y Canadá que desarrollamos más adelante.

Lo cierto es que el sistema capitalista comienza a expresar la existencia de una lucha de clases más abiertamente y en ella una clase obrera en ascenso que viene amasando este presente político universalmente indomable.

Dentro de este panorama de existencia de una clase obrera industrial y la lucha de clases es que se han dado expresiones en el propio EEUU. La lucha de los últimos años se dio en gran medida en el sector de servicios. Mayoría de trabajadores precarizados en las peores condiciones de trabajo. Como respuesta hubo huelgas masivas e históricas en los comienzos de 2017, docentes de Virginia y Los Ángeles, que lograron todo, con movilizaciones y toma del Capitolio local. Tras de ellos, los técnicos de AT&T fueron a una huelga de 4 días afectando las telecomunicaciones del mundo y logrando en esos pocos días un aumento de salarios del 13% y mejores condiciones de trabajo y de contratación.

El proletariado industrial que había dado muestras de su “aparición” en el año 2007 en la que ellos mismos llaman la autopartista GM, ha producido en este año uno de los golpes más duros a la burguesía monopolista mundial: un paro de 5 semanas (contra dos días de aquella irrupción de 2007).

Esta lucha del 2019 se inició con piquetes en las principales fábricas. Se paralizaron 33 plantas de manufacturas en 9 Estados, además, 22 almacenes de distribución sin contar la interminable lista de empresas que dependen de GM. Hubo triunfo y conquistas económicas, el compás de espera se extiende ahora a otras plantas de Ford y Fiat.

Es en estas irrupciones en donde la clase obrera industrial (luego de largas décadas de letargo y de resistencia) va imponiendo nuevos tiempos a la lucha de clases. Y en ello se solidarizan, participan y activan diversidad de sectores de la sociedad, como lo son los casos de los docentes y las luchas obreras de mujeres, que le van dando otro marco y contenido a las diversas reivindicaciones políticas democráticas.

En los EEUU, los sindicatos más fuertes de la industria automotriz son parte de las empresas, en un proceso más desembozado que en otras regiones del mundo: son abiertamente parte de las empresas.  Estas irrupciones están contando con nuevas organizaciones sindicales de base que en este conflicto han ganado la simpatía de millones de trabajadores.

Es en el propio EEUU que -a partir de estas expresiones principalmente proletarias- que comienza a debatirse la necesidad de una alternativa independiente.

No hay aún un cúmulo de fuerzas revolucionarias capaces de avanzar rápidamente en la dirección de todo ese proceso. Pero lo que sí hay es un avance y un quiebre en la posibilidad de avanzar hacia una sociedad socialista, en donde caben el peso de la movilización de nuevas generaciones en un sistema capitalista que se ha encargado de castigar a los asalariados.

Se han roto ciertos tabúes en el terreno más sólido del poder burgués. El avance simultáneo de la conciencia en la juventud y de la acción y organización de la clase obrera más concentrada, hacen avizorar un recrudecimiento de la lucha de clases para el año próximo, que entra en recesión.

Detrás de este principal escenario que compromete a centenares de millones de proletarios en el mundo se exacerban todas las aspiraciones democráticas de otros sectores de la sociedad humana bajo una consigna común: ganar la dignidad.

En el resto de Asia, África… existieron trascendentes expresiones proletarias y de trabajadores asalariados. En todo Europa, como los Chalecos Amarillos en Francia, la lucha de los pensionados en España e Italia… En fin, podríamos hasta el cansancio nombrar país por país para fundamentar lo que de hecho a nivel planetario se está expresando, lo que se acumuló en más de diez años de luchas de conquistas proletarias con un sostenido auge que marcará el rumbo de los próximos años.

En América Latina se están dirimiendo nuevos rumbos y nuevos aires, en un contexto de un proletariado internacional que no ceja en sus avanzadas.

Pero hay que partir del presente chileno para poder asimilar los procesos gestados en décadas de ofensiva ideológica de la burguesía monopolista y para de allí poder asimilar un contexto que desde el octubre reciente ya no será el mismo.

En Chile se ha quebrado el bastión ideológico de la burguesía monopolista con incidencia internacional y particularmente regional. El pueblo chileno viene con una historia reciente de luchas, jornadas de años embistiendo por una vida digna (recordemos los estudiantes secundarios, portuarios, mineros). Se quebró el bloqueo informativo.

El pueblo chileno pegó al corazón ideológico, cuestionó el sistema. No solo agravó la complejidad política planetaria, sino que ha iniciado una embestida que abre las puertas hacia una masificación de ideas de carácter revolucionario y de un estado deliberativo, que se expresa de infinitas formas. Pero sobre todo provocando una crisis política de la oligarquía financiera que no solo no puede llevar una centralización política para someter a los pueblos del mundo sino que -por el contrario- se expresa en guerras literales por intereses, de disputas de mercados y por la necesidad histórica de la burguesía por detener la caída de la cuota de ganancia intentando bajar el salario obrero ya no a niveles de China sino a la altura de nuevos intentos del capital financiero por África y el centro mismo de China.

En el octubre de Chile no solo se condensa un proceso de acumulación de años, sino que además va dejando grandes enseñanzas para los pueblos del mundo. El cuestionamiento es al sistema y todo lo que ello conlleva. Chile es América Latina, pero es en este Chile en donde también se resume el peso de una irrupción proletaria en el mundo. Un mundo que comienza a expresar la socialización de la producción en luchas cada vez más dinámicas incorporando las primeras bases de solidaridad proletaria global.

En este Chile saltan todas las contradicciones interburguesas. El pueblo chileno las hace estallar en las calles dándole un contenido de clase a masivas expresiones de lucha y organización.

Un Chile que marca otra calidad centrada en el cuestionamiento al sistema y a la vez en un contexto de pueblos de América Latina dispuestos a la lucha por su dignidad en diversidad de expresiones. Bolivia, Ecuador, Puerto Rico, Haití, Colombia, Venezuela y una inestabilidad política en el propio Brasil difícil de predecir en los próximos meses.

Pero también se da este Chile en el contexto de una de las luchas proletarias más importantes de la región, como lo es la del proletariado mejicano en la ciudad de Matamoros y Tamaulipas.

Las maquiladoras -que exportan más del 70% de lo producido a EEUU- generaron una huelga de varias semanas habiendo ganado todas las reivindicaciones reclamadas. Es esta clase obrera industrial la que condicionó al gobierno y todas las negociaciones con Trump. La burguesía no tardó en calificar esta nueva situación como una guerra comercial entre ambos países. Repite y no descansa en ese eslogan que cuenta con una parte de verdad insoslayable de guerra interimperialista en todos los planos, pero a la vez esconde el papel de la clase obrera mundial condicionando los procesos políticos a partir de su irrupción en el 2010.

Es en este contexto que los pueblos de la región se tornan indomables, van por su dignidad, afianzan el auge universal luego de varias décadas de sufrimiento y de experimentar con sus propias vidas “el avance y las bondades” de la globalización. Los golpes de Estado como el de Bolivia son golpes de Estado contra los pueblos.

Una época histórica en donde se han proletarizado centenares de millones de mujeres que en sendas experiencias mundiales han puesto su sello de clase a todas las embestidas contra la sociedad humana.

La experiencia de Rojava en el Kurdistán y en una de las peores condiciones de guerra de clases, esas mujeres siguen siendo el sostén fundamental de la resistencia y -a la vez- de construcción de una nueva sociedad.

Jóvenes obreras y jóvenes obreros han nacido en la peor época de explotación y opresión del sistema capitalista. Generaciones que no tienen el peso del “pasado” y van por todo. Se han abierto muchas puertas en simultáneo para que la sociedad humana (y en nuestra región en particular) continúe abriendo las puertas de un futuro alentador.

Desde siempre nos hemos formado en nuestro Partido sabiendo que la lucha de clases solo es nacional en su forma, pero en su esencia es una lucha internacional. Hoy, en el marco de una socialización de la producción a nivel planetario, importantes luchas proletarias en diversos países del planeta tienen ya una escala internacional.

  1. SITUACIÓN NACIONAL

En la editorial publicada en nuestra página web el pasado 19 noviembre decíamos:

“En ese marco mundial y regional, está inserto nuestro país, en donde aún no se manifiesta dicho auge. Las débiles expectativas que ciertos sectores de masas tienen en que el próximo gobierno de los Fernández, satisfaga las principales demandas del pueblo, sumado a otro factor como la ausencia de una vía de salida revolucionaria visible y robusta que muestre la posibilidad de un cambio radical a favor del pueblo, hace que tanto la clase obrera como los amplios sectores oprimidos aún no salgan masivamente a las luchas de calles como los casos nombrados.

En medio de este marco, la burguesía y su venidero gobierno de turno, parecen no advertir el peligro que amenaza, más tarde o más temprano, a la estabilidad de su sistema basado en la creciente explotación del trabajo asalariado.

Las preguntas son: ¿En verdad no lo advierten? Si lo advierten, ¿intentará aventar tal peligro incrementando los ingresos de trabajadores y pueblo? ¿Hará una movida política preventiva para que no se produzcan luchas como está pasando en la región? ¿Entenderá la burguesía que, si sacrifica un poco de sus ganancias para combatir el hambre y paliar los magros ingresos y precarias condiciones de vida, evitará las convulsiones sociales como las que vienen ocurriendo?

Los partidarios de la fórmula electoral ganadora nos aseguran que será así.

Sin embargo, nosotros pensamos que eso no va a ser posible por las razones que seguidamente enumeraremos:

La burguesía pretende sostener sus niveles de ganancia y, en lo posible, aumentar los mismos. Eso sólo puede lograrse apretando aún más los salarios y todos los ingresos del pueblo oprimido, pues la única fuente de generación de valor es el trabajo asalariado que es la misma de donde sale la ganancia empresaria, si ésta se sostiene o aumenta sólo lo hace en desmedro de aquel. Ocurre lo mismo con las jubilaciones y recaudación fiscal: si son mayores los beneficios para jubilados y pueblo, menores son los recursos para subsidios, negocios, disponibilidad de capital social para los negocios burgueses.

Para confirmar lo dicho basta observar con atención los movimientos que realiza el futuro presidente preparando un enorme engaño al pueblo. Se está simulando un acuerdo realizado entre los generadores de las miserias (Estado, empresarios y sindicalistas empresariales) en donde los trabajadores y pueblo oprimido no tenemos ni voz ni voto. Nos dicen que para combatir “el hambre” hay que implementar la modificación de los convenios laborales, lo que aumentará la superexplotación y las ganancias de unos pocos. (Ellos lo llaman “hacer más competitivos los productos para exportar”).

Sus partidarios afirman que el gobierno de los Fernández utilizará la racionalidad y que aflojará la soga de la explotación y la tensión social. Nosotros afirmamos que el sistema capitalista, que todo el aparato político que la burguesía defiende y sostiene contra viento y marea, es esencialmente irracional y que su mecanismo de funcionamiento se basa en la baja permanente de salarios e ingresos populares en donde trabajadores, jubilados y pueblo en general disminuyen diariamente sus condiciones de vida y que, cuando las instituciones del sistema, se evidencian impotentes para frenar las luchas de los pueblos por sus reivindicaciones, apelan a las fuerzas represivas tal como ocurre con los pueblos arriba mencionados.

Por eso es menester preparar las fuerzas políticas y orgánicas del proletariado en unidad con el pueblo laborioso para abordar el venidero proceso de elevación de la movilización que se avecina. Ejercitarlas en cada “pequeña” lucha (no hay luchas pequeñas), llevar las ideas revolucionarias, organizar y volver a organizar.

La fuerza material que logremos como pueblo en lucha contra los intereses irreconciliables de la santa alianza entre Estado, burguesía monopolista y sindicalismo empresarial, será la única garantía de retroceso de las apetencias interminables de mayores ganancias por parte de ellos. Pero tengamos en cuenta que toda conquista política, social y económica que se logre con la lucha y la movilización, mientras ellos estén en el poder, sólo se sostendrá con mayor lucha y movilización, pues la única garantía de triunfo definitivo será el cambio radical de las reglas de juego del sistema lo que implica la toma del poder por parte de la clase obrera y el pueblo”.

Esta síntesis de conducta política que llevaremos adelante es la táctica planteada en un nuevo contexto internacional y regional. En esta caracterización expresamos muy particularmente que en nuestro país no hay un auge de masas y que las mismas (particularmente el proletariado) se encuentra en una situación de resistencia que se inició el 17 de diciembre del 2017 luego del masivo rechazo a la reforma previsional.

Deberemos aferrarnos a nuestro pensamiento estratégico del doble poder y poder local y seguir batallando en la idea central de la democracia directa con acciones claras y sin vacilaciones. El objetivo de la lucha por el poder requiere de nuestro partido un apretado análisis de situación de masas, muy lejos de concebir la política independiente de un seguidismo a las masas y basados en la construcción de poder con las metodologías ampliamente desarrolladas por nuestro partido en años de experiencia. En este marco político la lucha contra el economicismo en todas sus formas deberá ser implacable.»

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