Un «Combo» para nada feliz

El combo político en favor de los monopolios implementados por este gobierno viene dándose al compás de condiciones políticas y económicas día a día mas asfixiantes, y que sin dudas chocan de frente respecto de las necesidades de los trabajadores y el pueblo.

Tales condiciones no son otras que las que rigen en esta etapa crítica del sistema capitalista en su fase más aguda: la época del capitalismo monopolista de Estado, expresión más acabada y exacerbada del desarrollo del propio sistema y del que ya no hay marcha atrás.

En este escenario -donde la más desenfrenada lucha por la ganancia entre un puñado de grandes corporaciones implica la subordinación de la inmensa mayoría de la humanidad y la naturaleza- se muestra la exacerbación de todo este proceso montado sobre la base de explotación del trabajo asalariado, exponiendo tal grado de apropiación global del trabajo ajeno y desencadenado contradicciones tan agudas y tan expuestas que los pueblos del mundo se rebelan ante ellas acelerando con sus propios enfrentamientos políticos (y en una escala nunca antes vista) una lucha por la dignidad protagonizada por la propia humanidad.

A poco más de un mes de haber asumido -en este escenario global- la obligación de soportar ajustes y aumentos inflacionarios y al mismo tiempo soportar congelamientos de salarios y jubilaciones por decreto implementadas por el gobierno actual, también va acompañada del hartazgo y falta de expectativas de millones. No solo ante la ausencia de soluciones a sus demandas -que tienen larga data- sino porque el poder monopolista y el gobiernos de turno a su servicio intentan doblar la apuesta profundizando las políticas reaccionarias que han venido practicando.

Es evidente que el lado opuesto de todas estas medidas anti populares implica ventajosas medidas políticas y económicas para los monopolios, como por ejemplo, el decreto -mediante el comunicado A6869 del Banco Central que establece “la liberación el cepo cambiario a empresas que giren dólares al exterior sin necesidad de su conformidad con el Banco Central».

En este escenario también son evidentes que las llamadas facilidades en la “inversión” que A. Fernández y su séquito se han encargado de profesar,están dadas por los congelamientos de salarios, que según el gobierno actual son los que generan inflación (argumento falaz por donde se lo mire) y por la modificación de los Convenios laborales como consecuencia de nuevas condiciones de flexibilidad laboral implementadas en las empresas para preparar el terreno de mayor productividad y disciplinamiento.

Pero además, con el aumento del 51% del monotributo (que viene a ser el renglón que sigue a la reducción de aportes patronales implementado por el macrismo) se cierra el círculo: el progresismo gobernante del Albertismo se muestra de cuerpo entero como su fiel continuador.

Porque aquellos magros salarios a los que dedican sus magros aumentitos y aquellos salarios que no son magros, a los cuales los trabajadores monotributistas tienen que deducir este aporte, se ven sujetos a tributar a favor del Estado de los monopolios. Impuestos que echan por tierra el porcentaje de aumentitos salariales otorgado por ser un salario pobre: en ambos casos es un despojo.

Esto, que no pasa desapercibido para millones de trabajadores, ni aun siendo verano, ni en vacaciones, ni aun creyendo que reina la paz social, también alimenta el hartazgo a un gobierno que con solo un poco mas de un mes de gestión, ya sacó a relucir el brillo de su condición de clase.

El que no es otro que (ni más ni menos) expresión de la exacerbación por la apropiación del trabajo ajeno, tal como se da mundialmente. Su consecuencia más esencial es la agudización de las contradicciones irreconciliables de la lucha entre la clase obrera y demás sectores asalariados y la burguesía monopolista. Todo lo opuesto a la conciliación entre el capital y el trabajo.

El combo de medidas políticas del gobierno es esencialmente opresivo para la amplia mayoría de nuestro pueblo, al mismo tiempo que garantiza libertad de acción al capital monopolista, es sumamente reaccionaria y van de la mano.

Frente a ella no queda más que avanzar en la construcción de las organizaciones de base para preparar los próximos enfrentamientos, ya que la situación pide a gritos quebrar este escenario para hacerlos retroceder. Desde nuestras demandas políticas como clase, como trabajadores, como pueblo no debemos perdernos en el palabrerío insulso que nos divide como clase y pretende separarnos entre obreros de una u otra categoría. Una situación que interesadamente desde el poder político se ha instalado para debilitar la necesaria unidad frente a la conquista de nuestras necesidades comunes.

Los pueblos del mundo van dejando estas enseñanzas con sus luchas: la unidad de las bases y la lucha por cambiar esta historia. Ese es el camino.

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