Inflación: mentira burguesa y realidad proletaria

Antes de ayer, el INDEC publicó la cifra alcanzada por la inflación durante el año 2019, la cual alcanzó a 53,8% según su medición.

El porcentaje es altísimo, pero a la vez mentiroso para los bolsillos de obreros y pueblo trabajador, pues los ingresos de estas clases sociales se destinan fundamentalmente a alimentos, salud, educación, tarifas (gas, agua, electricidad, telefonía, etc.) y alquileres.

Tomando en cuenta los incrementos en esos rubros, el porcentaje aumenta considerablemente ya que en alimentos y bebidas el aumento fue de 56,80%; en medicina, de 72,1% (y en medicamentos superó en algunos casos el 90%); telefonía celular, 63,9%; vestimenta y calzado, 51,9%; servicios públicos, 39,4% (luego de un aumentazo que fue superior al 2.000% en estos últimos cuatro años).

Mientras que los salarios, en promedio, no alcanzaron ni al 30% anual ya que los aumentos que lograron un porcentaje de cerca del 45% ó 50%, sólo lo percibieron en los últimos meses del año.

Según el gobierno, empresarios y propaladores de los medios masivos, la inflación es el problema a atacar, pues pareciera que es el origen de todos los males. Entonces nos vienen con que “hay que ser moderados en los pedidos de aumentos de salarios, mientras que se tienen que aumentar y generalizar los impuestos nacionales, provinciales y tasa municipales, hay que seguir metiendo mano en las cajas de jubilaciones, etc.”. Todo, con el fin de “bajar la inflación” para estabilizar los precios y poder dedicarse a invertir capitales para la producción.

¡Gran mentira del gobierno, empresarios, CGT con gremios empresariales y medios masivos! Recordemos, por caso, el período de Menem – Cavallo durante gran parte del cual no hubo inflación, la bicicleta financiera funcionaba a full y los bolsillos de trabajadores y pueblo estaban tan flacos que “no hacían sombra”, los precios de todo eran inalcanzables y los salarios, diminutos.

Lo que trata de encubrir este cuarteto institucional del capitalismo monopolista de Estado es que la forma de hacer negocios del capital financiero transnacional en Argentina, es con una alta tasa de ganancia media como sólo en pocos países del mundo se ha establecido y que, dadas las condiciones de lucha y rebeldía de este pueblo, la única manera de obtenerla y conservarla es mediante un proceso inflacionario ya que, al verse obligados a aumentar salarios, recurren a la inflación para no bajar sus ganancias. Conclusión: la inflación no es un problema económico sino eminentemente político: es lucha de clases. El propio gobierno de Menem con su 1 a 1, debió dar marcha atrás abruptamente con esa fingida estabilidad y, en el segundo intento por querer estabilizar ese nivel de ganancias con sueldos bajísimos durante el gobierno de De La Rúa, la cosa les explotó entre las manos y se tuvieron que ir.

De allí en más, el proceso inflacionario fue creciendo de menor a mayor hasta niveles enormes durante el macrismo. Porque la inflación, que es el aumento generalizado de precios, es la respuesta a las luchas de todos los trabajadores que logramos aumentos salariales y, como las ganancias y salarios salen del valor agregado por los obreros en la producción, cuando suben los salarios, bajan las ganancias y a la inversa, cuando los primeros bajan, las ganancias suben.

En conclusión, el problema central es que los monopolios nunca están dispuestos a bajar sus altísimos niveles de ganancia y para ello es menester achatar salarios, bajar déficit fiscal restando recursos a todo lo que no sea el interés monopolista, es decir, educación pública, salud pública, beneficios sociales, empleos, jubilaciones, etc.

Ningún sector monopolista está dispuesto a sacrificar ni un ápice sus niveles de ganancia, los capitales y beneficios empresarios no se tocan y si se llegan a tocar se compensan con subsidios y otros beneficios. Por lo tanto, hay que buscar el aporte compulsivo exclusivamente en los asalariados y pueblo trabajador. Por eso, toda la puesta en escena sobre el combate contra el hambre y la solidaridad con los que menos tienen, es en realidad el intentar mitigar la miseria de los más pobres, a costa de los ingresos de obreros y pueblo trabajador, porque para el gobierno y compañía, los que más tienen son los que ganan salarios de más de $ 35.000, monto que está por debajo de la canasta familiar de unos $ 58.000 que es lo mínimo que cualquier trabajador debería ganar según lo dispuesto por el Art. 14 bis de la Constitución Nacional y el Art. 116 de la ley de Contrato de Trabajo.

En conclusión, el saqueo a nuestros bolsillos y prestaciones que, supuestamente, el Estado debiera destinar a la sociedad, continúa y se profundiza de la mano de este gobierno populista y arteramente mentiroso. Lo cual hacer prever grandes conflictos políticos para los cuales deberemos ir preparando las fuerzas y organizaciones independientes que la clase obrera y el pueblo necesitan para enfrentarlos y hacerlos retroceder.

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