En los años 60 una división surcaba al sindicalismo argentino: el debate sobre el colaboracionismo o la independencia de los trabajadores. Mientras un sector pujaba por arreglar con los gobiernos de turno, otro sector planteaba la independencia política de los trabajadores, con el objetivo de luchar por la liberación nacional y social.
El cineasta Raimundo Gleyzer, desaparecido en la dictadura por su compromiso político, retrato al primer grupo en su película «Los traidores», donde describía cómo operaba la burocracia sindical, cómo estos dirigentes abandonaban a sus representados seducidos por las ofertas patronales.
¡Que panzada se haría hoy, frente al patético espectáculo de dirigentes sindicales patronales!
Las noticias nos avisan que la superintendencia de riesgos de trabajo acaba de autorizar la operación de la ART Caminos Protegidos impulsada por Moyano. Este personaje tiene, desde el gremio de camioneros, diversos emprendimientos, entre otros un taller textil, una carpintería, una constructora y en sociedad con YPF ,una empresa llamada Camión Club Argentino. Estos son los públicos, imaginemos los que no declara…
Causa estupor ver que el máximo dirigente de los trabajadores esté tan preocupado en sus finanzas, y más bronca verlo sentado en el Consejo Superior del PJ, a la derecha de Kirchner, esperando las órdenes de su mandamás.
Pero lo preocupante no sería sólo lo que hace Moyano, sino cómo su ejemplo cunde y se reproduce. Testigos de esto son los trabajadores de las principales fábricas del país, acostumbrados a ver en acción a los gremios como grupos de choque patronales, actuando como gendarmes de las empresas, persiguiendo y apretando cualquier iniciativa independiente de los trabajadores.
Pero lamentablemente para estos gerentes sindicales, desde las fábricas, desde la acción autoconvocada, los trabajadores están dispuestos a darles el escarmiento que se merecen.