Según los datos de la propia burguesía (imaginemos los números de verdad…) la producción industrial aumentó en marzo un 11,1% respecto del mismo mes de 2009; impulsada por la siderurgia y la fabricación de autos. De esta manera, en el primer trimestre la actividad manufacturera cerró con una expansión del nueve por ciento.
La siderurgia creció 52,9% en el mes y 34,8% en el trimestre; la fabricación de acero crudo aumentó 74,6% en marzo y 47,9% desde enero. Por su parte, la industria automotriz subió 38,2 por ciento en marzo y 69,2 por ciento en el nivel acumulado desde enero. El sector textil mejoró 31,3 por ciento en el mes y 45 por ciento en el trimestre.
Todas estas cifras, que pueden sonar a primera vista como una acumulación “de números” que no se entienden bien, significan algo importante: las grandes empresas tienen el pie en el acelerador, producen y producen a destajo a costa de una mayor explotación de los trabajadores (más horas, turnos rotativos, condiciones de trabajo cada vez peor, etc.), y fundamentalmente, están ganando mucha más plata que el año pasado.
Por eso crece el odio y la bronca cuando a la hora de hablar de los salarios lloran lágrimas de cocodrilo y nos quieren arreglar (en connivencia con los sindicatos) con miserables aumentos del 15 o del 20% y para colmo en cómodas cuotas.
Cuando desde diferentes fábricas y ramas productivas, los compañeros se plantan y van adelante reclamando el 40% y de una, lo que estamos haciendo es clavarle una estaca que quiebra sus políticas y nos fortalece. Podemos arrancarles nuestras conquistas, las condiciones a nuestro favor crecen; y en este contexto político de debilidad de la burguesía, la conquista de uno pasa a ser una victoria de todos.
A esta situación de enfrentamiento que tiene como protagonista a la clase obrera, se le suma un estado general en el pueblo, de movilización y de luchas, que también jaquea a los monopolios y a su gobierno.
De acuerdo a lo que recogen y no pueden ocultar en estudios recientes “la inseguridad y la inflación ya no son las únicas grandes preocupaciones de los argentinos. Desde hace unos días a esa lista se sumó «la clase dirigente», que para una gran porción de la sociedad, dejó de ser parte de la solución de las demás cuestiones, para convertirse en parte del problema”.
Esta grieta, que muestra un resquebrajamiento profundo entre los intereses de los trabajadores y el pueblo con los intereses, maniobras y planes de la burguesía, es el origen de la profunda crisis política que ellos tienen y la piedra fundacional de un proyecto de país, revolucionario, que ponga en el centro el desarrollo del Hombre y no la nefasta carrera por la ganancia.