Desde muchos ángulos se podría abordar críticamente la fanfarria de la burguesía en los llamados “festejos del bicentenario”. Desde el despilfarro en dinero que se gastaron y comieron, habiendo tantas necesidades, hasta la actitud narcisista de la Cristina Kirchner llorando emocionada hasta las muelas porque le tocaba ser presidenta en el cumplimiento de los 200 años de la patria. Concepto vacío y pueril, si los hay, a esta altura, viniendo de la burguesía que nos sumió en las más viles de las explotaciones, hambre y miseria, durante 200 años.
También lo podríamos abordar desde la crítica al caballito de batalla de la murga de intelectuales seudo progresistas, que plantean que la diferencia sustancial es que en los festejos del Centenario (1910) el contexto era absolutamente opuesto: …”Estábamos aplastados por los conservadores, privados de un montón de libertades públicas y hambreados”…, como si en el ahora no existiera, por citar algo, el tren Sarmiento; o la represión a tiros con barras bravas, custodiados por la federal, a los choferes de larga distancia el día viernes; o la situación del pueblo de Andalgalá, que las mineras extranjeras pretenden explotar el suelo y extraer minerales del mismísimo casco de la ciudad; o la inundación de la droga a nuestros jóvenes; o la cancerización de poblaciones enteras por los agroquímicos sojeros; o los hospitales destruidos; la educación enajenada; los niños que mueren por enfermedades evitables; la desnutrición infantil; los muertos por desnutrición; la falta de vivienda y transporte público; las jornadas laborales extensas, hasta 12 ó 14 horas, para poder llegar a fin de mes, donde no hay descanso ni desmayo, sin poder disfrutar de sus familias o lo que sea. ¿Cuántos etcéteras tendríamos que citar? ¿Esto es lo que hay que festejar?
También lo podríamos abordar desde la democracia burguesa donde gobierna el poder del dinero y la impunidad, controlando todos los medios de comunicación masivos, siendo la mentira el mecanismo usual cotidiano, y si no pueden mentir…silencian todo. Como las grandes luchas que está dando la clase obrera tratando (lo vamos a lograr) de quebrar los planes salariales de los monopolios, y en ese camino, acumular fuerzas para que la clase obrera irrumpa con toda su riqueza de luchas y conquistas en la escena política nacional.
En fin, de muchas maneras podríamos abordar esta cuestión. Pero nos vamos a quedar con una sola cosa: los monopolios y sus gobiernos de turno ya no engañan a nadie. Nuestro pueblo no cree más en este sistema, ni en el Estado burgués y todas sus instituciones, ni que la burguesía monopólica pueda dar soluciones a los problemas que aquejan a nuestro pueblo.
Hace varios años que vienen jodiendo con lo del Bicentenario, incluso intentaron con vano afán llevar adelante un pacto social que terminó siendo un festival de música, haciéndonos creer que todos estamos de fiesta.
Y hablan de Patria, que dicho por ellos produce una sensación vomitiva, pues juegan con los sentimientos de nuestro pueblo que sí tiene la verdadera memoria, que es la de no dejar de luchar todos los días para sobrevivir, que es la de luchar por un mundo y una vida digna de ser vivida.
Aquí la única patria es nuestro pueblo: el obrero, el niño descalzo, el marginado, el oprimido, el empleado, el estudiante, el campesino, el joven, el adulto, el viejo; los de las grandes gestas; la ama de casa que se seca las manos en el delantal y sufre cuando sus hijos o su esposo se van al trabajo y piensa cuándo llegará el mañana.
Eso y mucho más es la patria. La vamos a construir y entonces festejaremos todos los días.