El trabajador petrolero

Trabajar dos o tres semanas seguidas, vivir en campamentos con muchos de los servicios de una ciudad pero lejos de todo, fundamentalmente de nuestras familias, con un trabajo desgastante tensionante, que nos transforma en viejos a los 30 años; cobrando salarios inusuales para el común de los asalariados, pero que en el último tiempo han sido brutalmente aplastados.

Ahora se sabe que no ganaremos más los sueldos del 2009. Tenemos razones para desconfiar de la estabilidad laboral, porque mucho trabajadores volvieron a sus casas, suspendidos, con el salario recortado (los adicionales surgen con el trabajo en el campo) y lo que es peor, muchos no han conseguido otro trabajo.

En el yacimiento El Portón, operado por Repsol, en la zona de Buta Ranquil, a 300 km. de Neuquén, trabajamos, vivimos, padecemos, tres mil trabajadores.

Las empresas operadoras, son seis, las dueñas del subsuelo. Ellas son Repsol, Petrobrás, Chevron, Total, Pluspetrol y Pan American Energy.

Como decíamos, en El Portón opera solamente Repsol, pero hay perforadoras como San Antonio Pride, DLS, KeyEnergy, o Nabors y proveedores de servicios auxiliares, como Halliburton, BJ o Schumberger, pero también se contratan otros servicios.

De los tres mil trabajadores, 125 pertenecen a Repsol, viviendo en un predio con mucho confort, (modernas oficinas, complejos habitacionales de primer nivel, una cancha de futbol de césped, vóley, tenis, pádel, una piscina y un gimnasio completo con profesor de educación física permanente, quinchos, bicicletas, televisión digital e Internet). Tienen un régimen de 5 días de trabajo por dos de descanso, van y vienen en avión a la ciudad, y hay una pista asfaltada y todo.

Pero el resto de los compañeros vive distinto. Algunos radicados en Buta Ranquil a treinta y cinco kilómetros del lugar de trabajo, están en casas alquiladas por las empresas. Los demás viven en tráileres, en el mismo yacimiento; cuando el trabajo por supuesto es a la intemperie, y si hay problemas operativos, los francos se suspenden para todos y nos tenemos que quedar una semana más.

Todos los compañeros coinciden en recordar como dramático, llenos de bronca y de estrés, el domingo previo al regreso al trabajo, mezcla amarga de angustia e impotencia.

Los obreros que trabajan en los pozos (torre de perforación) son: 3 “boca de pozo”, 1 maquinista, 1 enganchador, y 1 encargado de turno. Trabajamos solos, nos cuidamos entre nosotros, los más viejos a los más jóvenes; fundamental para sobrevivir (para colmo en un clima hostil) con la explotación que se lleva nuestras vidas en poco tiempo.

Nuestros salarios (más altos que el de otros trabajadores) son en realidad una indemnización anticipada, por las secuelas que deja en nuestros cuerpos esta actividad de 12 horas diarias a la intemperie, de 7 a 19 hs. o de 19 a 7 hs., cada día, sin importar ninguna otra condición que la ganancia empresaria.

Hay hombres y mujeres de nuestro pueblo que igualmente desean un puesto de trabajo en el petróleo, “si somos cuidadosos con la plata, dicen, podemos juntar  para la casa y zafar”. Este es un razonamiento extremo, es como plantearnos que sacrificamos a uno de la familia por el bienestar del resto de ella.

A pesar de todo, la falta de humanidad de las compañías (como se les dice a las empresas) no destruye la humanidad de los trabajadores y del pueblo, que día a día, continúan dando batalla por su dignidad.

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