El reciente corte de luz que afectó durante casi 24 horas a cinco barrios de la Ciudad de Buenos Aires, es una nueva muestra de la connivencia de intereses que existe entre las empresas prestatarias de servicios (en este caso eléctrico) y el gobierno de los monopolios.
El corte se produjo a partir de las 8.30 del jueves pasado, por “una doble falla en la red de alta tensión”, según indicó la empresa Edesur. El apagón afectó a “75.000 usuarios” de los barrios de Almagro, Caballito, Flores, Floresta y Parque Chacabuco. Lo que en realidad representa a más de 300.000 personas (si hablamos sólo de los hogares) y en el orden de medio millón de personas, si se contemplan los comercios y la vía pública (no funcionaron ni los semáforos ni el alumbrado de las calles).
Mientras en el día de ayer, el Ministro De Vido ha salido con bombos y platillos a anunciar a la prensa que “se investigará a la Empresa y de ser necesario se iniciará una acción judicial”, no se le escuchó decir ni una sola palabra sobre las prebendas, exenciones y beneficios que viene recibiendo Edesur (entre otras, por supuesto) desde hace ya largo rato. Si no, bien vale recordar en la penosa historia reciente, lo que vienen padeciendo los vecinos con el tema de los cortes de luz:
15 de febrero de 1999: durante once días, estuvieron sin luz 600.000 porteños debido a un cortocircuito. Los barrios más afectados fueron Monserrat, Almagro y Parque Patricios.
6 de agosto de 2003: el apagón afectó a unos 390.000 usuarios, 600 semáforos quedaron fuera de servicio y se suspendió la línea A de subterráneos.
26 de marzo de 2007: “culpa” de un temporal, fueron 168.000 los domicilios porteños que quedaron sin energía. Los barrios afectados fueron Almagro, Caballito, Villa Crespo, Boedo, Balvanera, San Cristóbal, Constitución, Monserrat y San Telmo.
8 de enero de 2008: a la famosa “ola de calor” que se registró ese verano, la hicieron responsable de los cortes masivos que afectaron a 303.000 usuarios del área metropolitana, y hasta la Presidenta “admitió” su preocupación (cuando se enteró que estaban cerrados los locales de la Av. Alvear, entre ellos el de Luis Vuitton…)
¿Qué ha pasado con todos estos cortes anteriores, Sr. Ministro De Vido? Usted cree que los vecinos no saben que en todos los apagones anteriores, sólo el reclamo masivo y público de centenares de miles de afectados, logró arrancarle a la empresa algún tipo de resarcimiento por los incontables perjuicios y daños causados.
No es casualidad que lo primero que ha salido a decir la empresa es que «en todos los casos de clientes perjudicados van a ser atendidos individualmente, y se les descontará de la boleta las horas que ha permanecido sin el suministro de energía. Después si ha habido algún tipo de desperfecto interno en la casa, como algún artefacto quemado cuando se repuso el servicio, también se considerará». Evidentemente, no sean olvidado del 2001 y temen tener que volver a blindar todas su oficinas comerciales para que la gente –en su legítimo derecho- no se las haga pedazos…
Las terribles consecuencias para la población, al estar casi un día sin luz, son indescriptibles. No hace falta nada más que escuchar las miles de voces que reclaman a viva voz por esta situación. Los vecinos denuncian que los principales problemas se deben a una falta de mantenimiento y a que en el primer momento la empresa no tenía los materiales que se debían utilizar para la reparación.
Además, aclaran que esto se hace público ahora porque el alcance del corte fue inmenso, pero que en realidad “desde hace un mes en estos barrios estamos sufriendo estos cortes. Siempre que llamamos a Edesur, nos dicen lo mismo, un problema en el sistema de media tensión. A veces el corte dura un par de minutos, otras veces un par de horas. También estamos experimentando en los últimos tiempos, bajones de tensión por varios minutos. Sería bueno que se blanqueara qué está pasando con el servicio”.
Por eso, a nadie sorprendió (por el contrario) que la misma noche del corte y en varias esquinas de los barrios afectados, los vecinos salieron a protestar a las calles, haciéndose oír con todas sus fuerzas, en algunos casos con cacerolas y en otros, con quemas de neumáticos.