La legitimidad de nuestra lucha

Por estos días, es habitual encontrarse con todo tipo de comentarios en los medios masivos de la burguesía, respecto a los diversos reclamos salariales que venimos impulsando los trabajadores, con porcentajes que van desde un 35 al 40%, y en algunos casos, más aún.

Sobre todo el debate que pretenden imponernos, en general tiene que ver con que si los mismos son “legítimos o desmesurados” (cuando ese es un tema absolutamente fuera de discusión si miramos el día a día y los malabarismos que debemos hacer para arrimarnos a fin de mes).

Ahora bien, esta realidad también se refleja en algunos datos que la propia burguesía no puede ocultar: una radiografía de los sueldos marca que casi el 60% de los siete millones de trabajadores en blanco, gana, luego de los descuentos de jubilación y salud, menos de 2.000 pesos mensuales.

Estos datos corresponden a lo que declararon las empresas ante la Seguridad Social, en inicio de las paritarias 2010. Además, en la misma declaración se señala que sobre el total hay otro 30% de los trabajadores que ganan entre $ 2.000 y $ 4.500. Y que apenas el 10% de los asalariados cobra más de $ 4.500.

Es obvio que a todo este panorama hay que sumarle además los casi 4 millones de trabajadores no registrados, que por supuesto reciben sueldos más bajos. En un reciente estudio se señala que estos empleados “en negro” ganan menos de 1.500 pesos por mes. Toda esta situación actual es la que conforma lo que los “analistas” denominan una pirámide salarial marcadamente achatada.

Por eso, a nadie sorprende que, como parte de sus maniobras iniciales, la burguesía, el gobierno y sus socios, los sindicalistas, pretendieron marcar la cancha y fijar un techo salarial del orden del 15 al 18%,

Por eso, a nadie sorprende tampoco que desde diferentes ramas, sea cual fuese su “encuadre” gremial, además de reclamar un porcentaje de aumento salarial de entre el 35 y el 40%, muchos salieran a plantear (por la presión que están ejerciendo las bases y contra la voluntad de los sindicatos) una elevación del sueldo básico de convenio para llevarlo a los $ 3.500 (así es el caso de los trabajadores de la alimentación, gastronómicos, panaderos, molineros, comercio o azucareros, entre otros).

Lo que desde las bases se plantea –y se padece a diario- es la escalada que tuvieron los precios de los alimentos entre fines de 2009 y comienzos de 2010, justo antes del comienzo de las paritarias, lo que entre otras cosas ha llevado a $ 3.800 el costo mensual de la canasta familiar, según señalan diversos estudios.  Esto desintegra cualquier tipo de credibilidad en las estadísticas oficiales, ya que nadie puede seriamente  negar o desmentir que la inflación es muchísimo mayor.

Las luchas por los reclamos que obtienen un básico superior, se trasladan al resto de las categorías que deben guardar una diferencia proporcional entre sí.

Como ya lo señalamos en esta misma página, al conseguir los trabajadores de la Alimentación el aumento del 35,2%, se dispararon reclamos similares en el resto de los sectores, inclusive en aquellos que ya habían acordado tan sólo unos meses antes. Así es el caso de Luz y Fuerza o el pedido de Camioneros, cuando tan sólo días atrás esos mismos gremialistas habían asegurado que reclamarían muchos menos que lo conseguido por Alimentación.

Otro frente de tormenta que ha generado la lucha de los trabajadores se da entre el personal jerárquico que está fuera de los convenios, porque en general, están recibiendo subas inferiores a las alcanzados por los trabajadores de sus sectores, y piden que la suba esté alineada con los valores ya obtenidos.

La burguesía monopolista va a querer recuperar con nuevas subas de precios los aumentos que les arrancamos, porque en última instancia, la lucha económica es así. Los trabajadores y el pueblo, en dicho ejercicio vamos preparando las fuerzas para luchas superiores que profundicen la confrontación política de clase contra clase.

Subamos la apuesta,  están dadas todas las condiciones. Ya no es suficiente con la rebeldía, a ello debemos agregarle la más amplia y profunda unidad autoconvocada, con los más variados sectores en los centros industriales y en los barrios a que ellos pertenecen.

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