La situación política de nuestro país tiene dos horizontes bien diferenciados y muy marcados.
Por un lado, los promisorios datos que en materia económica reflejan los parabienes en que se desenvuelven los negocios de las grandes empresas.
Las previsiones hablan de un crecimiento para el 2010 entre el 6 y el 7%, “traccionando” –como les gusta decir a los economistas del sistema- por las enormes ganancias del sector automotor, la siderurgia y las exportaciones cerealeras.
Pero como ya lo sabemos y lo venimos señalando, todos los “logros” de la macro economía nada tienen que ver con la realidad que padecemos millones de argentinos en el día a día; que tenemos que remarla cada vez más cuestarriba y llegar a fin de mes se hace cada vez más difícil, porque la plata alcanza cada vez para menos.
El proceso inflacionario persiste de forma ascendente, las cosas no paran de subir y ya se estima que para este año, el índice que maneja la burguesía estará cercano al 30% (imaginemos entonces cuál es la verdadera situación que padecemos con los aumentos…)
Asentado en las facilidades crediticias a varios años que se planearon desde las diversas arquitecturas bancarias, en determinados sectores el consumo ha crecido; pero en rubros claves directamente relacionados con la economía popular (alimentos, supermercados o textiles, ya consideran que “el año está perdido” y ya no saben qué hacer con las promociones para tratar de tentar compradores. Se consume menos, se compra menos, se decide sobre lo indispensable para sobrevivir.
Obviamente que los problemas de fondo no entran en la agenda del gobierno de los monopolios. La salud, la educación, la vivienda, los problemas de nuestros abuelos, no existen, “las soluciones” siempre se postergan por H o por B; mientras se profundiza la explotación de los trabajadores, la miseria, la desigualdad, la inequidad, la exclusión, el desamparo, y la angustia a la hora de pensar en el presente y el futuro de nuestras familias.
Todo esto es lo que profundiza la lucha de clases en nuestro país. Dos realidades cada vez más diferenciadas, que suman del lado de los trabajadores y el pueblo, la experiencia y el compromiso colectivo de ir por lo que nos pertenece.
Las tensiones –producto de esas contradicciones- son cada vez más profundas.
Los trabajadores y el pueblo dirigimos las fuerzas y elegimos el lugar en dónde golpear a nuestro enemigo de clase; sintetizando las políticas que unifican a los diversos intereses de las clases populares en un solo haz para pegar como un solo puño.
La burguesía monopolista y el Estado al servicio de sus intereses lo sabe, lo siente, y ve cómo, el curso de la lucha de masas se fortalece y camina hacia la conquista del poder.