La situación en la planta de Paraná Metal de Villa Constitución viene siendo denunciada desde esta página y en los materiales de nuestro Partido desde hace varios meses. Pero consideramos necesario volver sobre este tema fundamentalmente por dos cosas: primero porque para los Gobiernos nacional y provincial “está todo solucionado” y segundo porque los padecimientos que padecen los compañeros continúan. Indigna enterarse lo que allí pasa.
La medida de fuerza que llevaron adelante los compañeros durante 15 días, para que les reconocieran por lo menos un miserable aumento del 25% sobre todo concepto (sobre salarios totalmente rezagados), fue tomada por la empresa como excusa para justificar que se les “había caído un contrato con la Ford de Brasil por 1500 toneladas”. Sobre una totalidad de producción de 2000 Tn., con esto “les quedaban solo 500 toneladas para sobrevivir”.
Esto se transformó por supuesto en un nuevo argumento para decir que tenían que seguir bajando la cantidad de personal, objetivo central de la actual política que se aplica en la empresa.
Empezaron entonces a amenazar con más suspensiones, incluso llegaron a decir que en algunos sectores iban a suspender a los trabajadores por 3 meses, porque “ese era el tiempo que se suspendían los pedidos”. En realidad, desde hace varios meses se estaban fabricando blocks, incluso durante las horas extras, con el argumento de la empresa que fabricaban más porque “tenían muchos rechazos”. Para los compañeros es evidente que lo que estaban haciendo en ese momento era un colchón para afrontar este momento.
Cuando después del paro, la empresa plantea que iba a pagar la quincena en cuotas, el gremio intentó hacer otro paro, pero los trabajadores decidieron “no seguir haciéndoles el caldo gordo, que nos paguen en cuotas pero que nos paguen”.
En este contexto, diversas fuerzas de Villa Constitución salieron a hablar, hicieron reuniones, desde el gremio hasta los diputados provinciales, todos tratando de solucionar el problema de Paraná Metal. Mientras tanto, los obreros que esperen. Nadie habla –excepto los trabajadores- de los fabulosos subsidios que está cobrando la empresa desde hace años, de los «despidos voluntarios» a los que están sometidos los compañeros, de todos los que ya han retirado, de los que están retirando ahora; ni de cuándo van a cobrar los miserables pesos que les prometieron. Para colmo ahora les dicen que “la empresa no tiene plata”. Una verdadera vergüenza, indignante.
Al igual que el papel del gremio, a donde los trabajadores recurren a pedir vales a la mutual para poder comer, o préstamos para pagar las cuentas que los están asfixiando; y le dan millones de vueltas para otorgárselos y cuando los consiguen les cobran el 40 o 50 % de interés. Los trabajadores prefieren ir a arreglar con los bancos o los comercios antes que pedirle a la mutual del gremio, les sale más barato…
Más allá de los inconvenientes que genera el desgaste de esta larga lucha, el gran desafío que como trabajadores tenemos por delante es que la denuncia de toda esta mugre sirva como eje de unidad y movilización de los compañeros de Paraná Metal, de los demás trabajadores de la zona y de la sociedad que rodea a todas esas plantas fabriles.
También en Villa Constitución, en la planta de Acindar, la empresa está llevando adelante reparaciones en un sector muy importante, y están proyectadas grandes inversiones para fines de este año y principios del año próximo, lo que demuestra que la plata está pero para aumentar sus ganancias.
El gremio anunció un aumento sobre todo concepto, pero igual que en Paraná Metal, habían anunciado que la empresa lo iba a aplicar al básico. Todo un chamuyo, por supuesto, ya arreglado de antemano.
Pero la presión de las bases les arrancó otras sumas: del 4 al 11% por turnicidad para toda la planta y aumentos por sectores que van del 7% al 20%. Lo importante es que estos aumentos se venían peleando desde el año pasado y los terminaron largando misteriosamente ahora, todos juntos, con estas paritarias.
¿Qué pasa? ¿Se pusieron generosos de golpe? Evidentemente no. Las inversiones son muy grandes, el negocio es muy grande –por eso necesitan cada vez de más de horas extras- y ni la empresa ni el gremio quieren quilombos.
Los ánimos están caldeados y los frentes de lucha se abren por todos lados. Toman fuerza por la cantidad de horas de trabajo cada vez mayores y el esfuerzo que todo eso implica. Reflejo de ello es la cifra de los compañeros lesionados, que se incrementa constantemente.
Es cierto que los aumentos suman una plata ahora (y que crecen porque nos rompemos el lomo con las extras); pero en realidad, como trabajadores, estamos recobrando una pequeña parte de lo perdido, además de que apenas transcurre poco tiempo, la inflación se los come a pasos acelerados.
Como en Paraná Metal, también en Acindar, los trabajadores tenemos desafíos por delante: construir nuestras herramientas de acción política, unitarias y por la movilización por nuestras conquistas, por fuera de la institucionalidad de este sistema, poniendo por delante nuestros objetivos como clase y como pueblo.