Para el gobierno de los monopolios, la vida del pueblo es el último objeto de interés. Ellos sólo se preocupan por nosotros para que sigamos laburando como esclavos, sin chistar.
Las políticas burguesas llevadas adelante por la mafia de funcionarios que gerencia y defiende los intereses de dicha clase, son cada vez mas aberrantes. Los trabajadores de la administración pública somos usados por estos parásitos para sostenerse en el poder. En cada una de las dependencias, estamos al servicio de los punteros y sus necesidades, en vez de atender los problemas del pueblo. El clientelismo político, la corrupción, y los vicios humanos más extremos se encuentran enquistados en todos los estamentos de la provincia.
Por su culpa está instalada entre los demás trabajadores la idea de que “los empleados públicos no trabajan”. Estos zánganos son los que sólo aparecen el día del cobro, los que manejan como propios los fondos del Estado, los que se enriquecen a la vista de todos. Mientras tanto, nosotros tenemos que soportar el maltrato y la persecución todos los días. Y lo que es peor, sufrimos por no poder llevar el pan a nuestras familias, precarizados en nuestro trabajo, con contratos basura, cobrando una miseria y a destiempo. Juegan con nuestra dignidad, extorsionándonos con las fantasías del pase a planta y la carrera administrativa que nunca se cumplen.
Hemos visto en muchas ocasiones como nuestras luchas y reclamos son usados por los cabezones del sindicato para transar y arreglar su propia situación personal. Entregan nuestras banderas y se alían con los gobiernos de turno. El colmo está en Bety Bogado, que dio un salto acrobático para pasar de la conducción de UPCP a un ministerio.
Podemos decir basta a esta situación. Nos merecemos estabilidad en los puestos de trabajo, capacitación y posibilidades de crecimiento laboral. No queremos sueldos de hambre, ni migajas en negro. Con lucha y movilización conseguiremos alcanzar los $3500 de básico que nos permitan alcanzar la canasta familiar.
Estamos en camino de fortalecer la defensa de nuestro trabajo y la dignidad de nuestras vidas. La herramienta es la autoconvocatoria. Unidos desde cada oficina o dependencia, discutiendo y resolviendo entre todos, la conquista es posible.