En las grandes empresas y sobre todo en las multinacionales es muy probable encontrarnos con gran parte del personal operario en condiciones de “contratados”, los cuales dependen de una agencia que se encarga de “abastecer” a estar grandes corporaciones de personal temporario. Esto significa que hoy tenés trabajo y mañana no sabés, por supuesto que los salarios son muy bajos, generalmente muy por debajo del sueldo básico que cualquier argentino necesita para mantener una familia. El trabajo que generalmente realizan estos compañeros requieren grandes esfuerzos y jornadas agobiantes; en la mayoría de los casos, los “contratados” reemplazan a trabajos que deben ser realizados por maquinarias, pero las empresas en su afán de sacar la mayor ganancia posible, no invierten en automatizaciones cuando por 2 mangos cualquier persona que tenga la necesidad toma el trabajo. Por supuesto que este personal temporario, al no ser empleado de la empresa para la cual trabaja tiene que ingresar por distinta puerta, se tiene que vestir de otra forma y lógico que no tiene derecho a los beneficios que el personal efectivo tiene, como ser comedor, transporte, prepagas, posibilidad de crecimiento, etc. Es clara la evidencia del maltrato no sólo físico sino también psicológico que sufren los trabajadores a diario en las fábricas, este tipo de discriminación no esta prohibida por ningún convenio de trabajo. A la vez que ésta descripción es la punta de ovillo de una discriminación absurda para producir, un ejemplo más de cómo el capitalismo va contra el ser humano, las empresas también usan y abusan de la división en la clase obrera, lo hacen en todos los terrenos, en el práctico y en el ideológico. Esconden la esencia de la socialización de la producción, es decir: que los obreros para conseguir un producto terminado de hecho están unidos, pero si eso se traduce en una lucha unida de todos por conquistas genuinas, es peligroso para los empresarios, ya que la rentabilidad es para muy pocos.