La burguesía monopolista muestra a Brasil como ejemplo de desarrollo y de cómo se ha ubicado en el mundo como potencia industrial. Lo cierto es que sólo la lucha de clases pone las cosas en su lugar y tuvo que producirse un hecho de magnitud para mostrar la esencia del proceso Brasileño.
Los trabajadores de una de las plantas brasileñas de la compañía automotriz alemana Volkswagen decretaron hoy una huelga por turnos, durante tiempo indefinido, para presionar un aumento salarial.
El Sindicato de los Metalúrgicos de la Gran Curitiba comunicó hoy que la decisión de la paralización de las actividades se tomó como «protesta por la no presentación de la propuesta de un aumento salarial por parte de la compañía».
La huelga en la fábrica de la ciudad de Sao José dos Pinhais, en la región metropolitana de Curitiba, se realizará por turnos y de ella participarán los 4.000 trabajadores directos y los 1.600 contratados por prestación de servicios.
Hasta el lunes, cuando se realizará una nueva asamblea, dejarán de ser producidos en la planta 820 vehículos de los modelos Golf, Fox, Cross Fox y Fox Europa, de los cuales el 30% son exportados para Europa y Latinoamérica.
Los trabajadores exigen un acuerdo similar al alcanzado por sus 5.000 colegas de la francesa Renault, que consiguieron un abono de 4.200 reales (unos 2.443 dólares), 10% de aumento básico y 10,08% de ajuste salarial nominal.
Los 2.800 trabajadores de la filial de la compañía sueca Volvo en Sao José dos Pinhais, en tanto, rechazaron una propuesta similar de la empresa, que permanecerá cerrada hasta el lunes.
En el estado de Sao Paulo, otro de los polos automotrices del país, los trabajadores de la fábrica de la japonesa Honda en la ciudad de Campinas aceptaron un reajuste del 10,5%, mientras que los de Toyota rechazaron el acuerdo.
En Camaçari, en el nororiental estado de Bahía, los 10.000 trabajadores de la estadounidense Ford firmaron el acuerdo con un reajuste nominal del 9,4% de sus salarios.