El conflicto lleva más de 20 días en su etapa más reciente, pero en realidad es un proceso que tiene una antigüedad de dos años.
¿Qué empresa demora dos años su cierre?
Es evidente que no hay intenciones de cerrar y que el negocio hay que ponerlo a funcionar, pues es fácil imaginarse que la producción está prometida, que hay contratos abrochados y que la producción de autopartes sigue el destino floreciente de la industria madre (la fabricación de automotores).
El problema radica en las condiciones sobre las cuales, la empresa, quiere que el mismo se reactive con un plantel de poco más de 300 obreros.
Sin embargo, los trabajadores se mantuvieron firmes y con sus luchas imponen el plantel de 900.
La discusión entre gobierno y empresa es quién va a pagar el costo de esos 600 obreros que no pueden ser echados.
A pesar de que los negocios están en las gateras (utilizando un término turfístico), la empresa y el gobierno no pueden dar el paso deseado de imponer sus condiciones.
La debilidad de la burguesía quedó manifiesta en la ausencia de los directivos de la empresa a la mesa de negociación el día viernes pasado. El problema es: ¿quién pone la plata?
Los márgenes de acción de la empresa y el gobierno se achican. Tienen la urgencia de resolver, pero no pueden hacerlo según su deseo de echar a los 600 trabajadores.
El fiel de la balanza se inclina a favor de la clase obrera que, en respuesta al faltazo, profundizó la lucha haciendo que ayer sábado, el corte sobre la autopista fuera más estricto.
Hay que redoblar la apuesta y aprovechar que el contendiente está confundido y tambaleando. Es momento de asestar un golpe más contundente y masivo de todos los obreros villenses unidos con su pueblo.
La fuerza unida de los trabajadores de Paraná Metal, Acindar, Tenaris y demás trabajadores de los talleres y pueblo en general de esa combativa ciudad harán posible hacer retroceder las pretensiones de la patronal y el gobierno a su servicio.
La victoria no sólo es necesaria sino que es muy posible.