En épocas del gobierno Kirchnerista al servicio de los monopolios, distribución de la riqueza se escribe de esta manera: “Azeuqir al ed nóicubirtsid al”, exactamente al revés.
Porque el significado también está dado vuelta.
En este país, los recursos de los trabajadores y del pueblo se recaudan para dárselos como subsidios a los monopolios. Se cobran impuestos a las ganancias a quienes no tienen ganancia (los trabajadores). Del fondo social de jubilaciones se utilizan millones para emitir bonos y destinar esos dineros a negocios de grandes monopolios.
A la hora de discutir y legislar sobre el 82% móvil para los jubilados, el partido gobernante obstruye y no da quórum para que se trate la ley en el Congreso.
El gobierno de la “justicia social” no mueve un dedo para que se deroguen las leyes de flexibilización laboral, y así podríamos dar miles de ejemplos de la distribución de la riqueza al revés.
En la fecha, se publica que los asalariados están cada vez más lejos de la vivienda propia.
Otra raya más al tigre.
La noticia da cuenta de que sólo el 5% de los que trabajan cuenta con los ingresos exigidos para un crédito hipotecario. Por eso, apenas 6,3% de las propiedades se venden con préstamos. Hoy, un salario medio compra la mitad de metros cuadrados que hace 15 años (y estos son datos que da la propia burguesía).
A pesar de los promocionados porcentajes de 6 ó 7 % de crecimiento anual, durante siete años seguidos, la inflación, la baja del salario real (pérdida del poder adquisitivo) y la falta de crédito disponible para el asalariado y trabajadores en general, obran en conjunto para empobrecer al pueblo.
De tal forma que a la par de los florecientes negocios, el empobrecimiento de las mayorías es inocultable.
Este es el progresismo de los Kirchner que no es más que la forma obligada que tienen los monopolios de ejercer su dominación. Apriete económico y agobio social contra el pueblo, con discurso de justicia social, respeto a los derechos humanos, etc.
Por eso nuestras energías y centro de las luchas deben estar orientados a la conquista de mejoras laborales y jornadas dignas de 8 horas de trabajo y 40 semanales. Allí está el eje de acción nacional del cual no tenemos que desviarnos sumando al mismo todos los reclamos específicos de cada lugar o ámbito de trabajo.
Un eje de unidad que expresa el sentir y la aspiración de las mayorías laboriosas de este país, en el marco de una situación defensiva del poder de los monopolios y su gobierno, quienes ahora, deben enfrentar, además de su crisis política, las iniciativas independientes de los trabajadores y el pueblo en general que empiezan a hacerse sentir en la lucha de clases.