Mucho hemos escuchado hablar de la guerra de monedas instaurada en el mundo. Estados Unidos es el país que está emitiendo dólares y llenando el mundo con el billete verde.
Se dice: la emisión de dólares ha generado tal o cual problema; con la emisión de dólares, Estados Unidos pretende tal o cual cosa.
Como siempre, la burguesía intenta meter el fenómeno como causa y esconder así el verdadero origen que se refleja en ese fenómeno.
Cabría preguntarse por qué Estados Unidos fabrica más dólares de los que se requieren para la circulación de la parte de mercaderías que respalda dicha moneda.
Nadie asocia este fenómeno a que la producción más importante de bienes se está realizando en los países llamados periféricos (China, India, Brasil, Rusia), entre ellos, Argentina, en desmedro de volúmenes que antes se fabricaba en Estados Unidos, por qué dichos países han apreciado su moneda, etc.
Lo que puede ayudarnos a entender el problema es despejar claramente el papel del dinero como moneda y como medio de circulación.
Si en medio de tanta confusión, entendemos que el billete actual, cualquiera fuera, sólo expresa simbólicamente el precio de las mercaderías, y no tiene un valor en si mismo sino que es un mero medio de cambio, avanzaríamos en comprender qué hay detrás de tan “complicado” problema.
Si las mercaderías producidas en un país, pueden cambiarse por una cantidad de mercaderías de otra clase producidas en otro país, la moneda que sirve para esa transacción presenta un valor determinado.
Si los costos de producción de ambas mercaderías no cambian o cambian proporcionalmente en un lado como en el otro, el valor de la moneda que sirve para su intercambio no debería modificarse, o cambiaría en la misma proporción que los productos, o sea nada cambiaría.
El problema radica si las mercaderías que se producen en Estados Unidos pierden competitividad frente a las mismas mercaderías que se producen, por ejemplo, en China. Concretamente se pagan más salarios en Estados Unidos que los que se abonan en China. Un mismo producto producido en Estados Unidos cuesta mucho más caro que lo que vale fabricarlo en China, y entonces los yankis no pueden vender al mundo ese producto.
Frente a este conflicto, la manera más eficiente de bajar los salarios sin que se produzcan grandes conflictos sociales, o más bien, por miedo a los conflictos sociales que se empiezan a producir o los que vendrán, se baja el valor de la moneda bajando así el poder adquisitivo de los salarios que es el costo de la mano de obra.
Como vemos, el valor del dólar, no es más que la expresión de la vieja y conocida lucha de clases. La que pone los pelos de punta a la oligarquía financiera internacional.
Pero como toda “solución” burguesa a los profundos descalabros de la economía capitalista, es pan para hoy y gran hambre para mañana. Pues todo ello genera, como en nuestro país, un desequilibrio en todos los órdenes, aunque algunos sectores que exportan su producción desde esta patria, hoy estén rebosantes de alegría.
La lucha de clases se encargará de borrarles la sonrisa, pues la lucha por el salario y las condiciones laborales en nuestro país está al rojo vivo.