“El pacto social” no sólo está muerto sino que tuvo la capacidad de despertar la ira de explotados y oprimidos. Es el primer pacto firmado, el de los petroleros y todo está revuelto. No ha pasado un mes de la firma del mismo y los actores que se movieron por arriba festejando ese hecho, hoy se arrastran por el piso para aquietar las aguas turbulentas que vienen de los trabajadores.
Desde el 30 de noviembre se reclama el pago de diferencias salariales por reencuadramientos y la reincorporación de unos 170 despedidos por parte de YPF. En el marco de esa pelea, se frenó la producción en los yacimientos de Chubut y Santa Cruz y se tomó Termap, la planta de almacenamiento de crudo de esa región. Se trata de un punto estratégico de la cadena petrolera cuya paralización hace que el 50% del petróleo del país no esté disponible.
Las medidas de fuerza en el día de hoy se extenderían a Neuquén, Río Negro y La Pampa. Se van a unificar los reclamos por el convenio colectivo que no se está cumpliendo.
Lo cierto es que mientras el gobierno “autoriza un aumento en los combustibles” y con ello provocan un nuevo espiral inflacionario, la clase obrera desde sus bases no deja acomodar las fichas bien puestas por las petroleras, el gremio y el gobierno nacional y provinciales. Este conflicto se mantiene y se extenderá porque por abajo las cosas no se toleran. El gremio tuvo que “aparecer y actuar” a pocos días de firmado el pacto social, ya se comprende y se asimila que el fuego viene muy encendido y las grandes petroleras multinacionales instaladas en nuestro país comienzan a registrarlo.
Si el conflicto no se arregla, el 80% del combustible que se produce no podrá abastecer a las estaciones de servicio del país generando y agravando la crisis social existente. Curiosamente los medios masivos de información están intentando tapar el sol con una mano, y cuando no pueden por la envergadura de la lucha, mienten. El estado de ánimo de la lucha no cesa, independientemente de lo que pasa por arriba, eso lo saben y por ello el tema toma carácter de Estado.