Así como el caso Carrasco en 1994 -asesinado en las instalaciones del Grupo de Artillería 161 del Ejército Argentino, en la localidad de Zapala- sirvió como “excusa” formal para terminar con el servicio militar obligatorio en nuestro país y así dar por finalizado el viejo modelo de FF.AA. que ya no eran funcionales para el proyecto de la oligarquía financiera por su desprestigio y derrota como aparato político; hoy, el legítimo reclamo de los trabajadores llevado a cabo por el personal jerárquico petrolero es utilizado para aumentar las naftas.
La prueba más clara de la mentira, sobre el argumento de que “el conflicto petrolero era la causante del desabastecimiento”, se materializó el miércoles pasado cuando, con el nuevo precio en los surtidores, “mágicamente” reaparecieron los camiones de la petrolera Repsol-YPF y llenaron los tanques vacíos de las estaciones de servicios.
Al otro día del aumento el combustible apareció, todo fue una maniobra especuladora y extorsionadora de Repsol-YPF, que se salió con la suya en una medida para nada improvisada, acompañada por todo el juego mediático. Inmediatamente, Shell, Petrobras y Esso siguieron los mismos pasos.
Hoy las naftas se pagan en algunos lugares más de 5 pesos el litro. Se aproximan las vacaciones, la demanda se triplica, el monopolio funciona a destajo, empresas como Repsol, por ejemplo, han ganado más de 3 mil millones en un año “flojo”… La voracidad empresaria apoyada con la corrupción estatal sigue de fiesta a costa del pueblo, que no sólo tendrá que pagar los nuevos precios de los combustibles sino también en los costos de todos lo productos básicos, es decir, más inflación.
De esta nadie se salva; nadie puede sacarse la responsabilidad de esta maniobra, ni Repsol ni las otras petroleras, ni los gobernadores, ni la propia presidenta, con todos sus funcionarios de Estado incluidos.