En épocas electorales se reaviva la competencia entre los distintos monopolios para dirimir cuál de ellos tendrá los resortes de las decisiones del Estado que se toman a través de los gobiernos de turno.
Es por ello que personajes de los distintos partidos y facciones políticas salen a dar fórmulas de cómo mejorar la situación y de cuáles son los factores que habría que solucionar para vivir en una Argentina mejor.
¡¿Mejor para quién?!
Entonces llueven las denuncias de lo que está mal y las ideas de cómo “solucionar” los problemas.
Así leímos en este fin de semana que pasó, que hay una abultadísima fuga de capitales. Y eso perjudica al país. Un candidato propone bajar las retenciones a la exportación de granos y la devaluación del peso para ponerlo a su valor real respecto del dólar. Otro le contesta que las dos cosas no se pueden hacer al mismo tiempo.
Porque resulta que hubo crecimiento, pero hay fuga de capitales. Entonces, ¿si se fugan los capitales, cómo se explica el crecimiento que requiere más inversión en materias primas, mano de obra, insumos, maquinaria, etc.? ¿Qué es entonces la fuga de capitales? ¿A dónde se van los capitales que se fugan?
Si el dólar está alto respecto del peso y no se puede devaluar porque eso generaría pobreza ya que con los cuatro pesos con los que hoy se compra un dólar, con la devaluación, resulta que se necesitarían más cantidad de pesos para comprarse el mismo dólar, y por lo tanto todo aumentaría (habría inflación)…, nos dicen tratando de convencernos con semejante argumento.¿¡Cómo se explica entonces la inflación galopante que tanto castiga el bolsillo de los trabajadores y el pueblo si el dólar está estacionado!? Y si hay inflación, ¿por qué no se devalúa el dólar para terminar con ella?
Lo que se escucha es: mejorar la producción (es decir los negocios), que vengan capitales (ya han venido, se instalaron y nos saquean), que haya más trabajo (trabajamos cuatro turnos, 10 a 12 horas por día en jornadas agotadoras), mejorar la productividad (nos exprimen hasta la sangre), hay que respetar el sistema democrático (ya estamos cansado de la democracia de ustedes que no es democracia para nosotros).
Nadie habla de cómo vamos a mejorar la vida los trabajadores y de cómo vamos a disfrutar de los beneficios del crecimiento de la actividad económica sostenido durante más de ocho años.
Nadie explica por qué si hay un sistema “democrático”, si hay crecimiento, si hay dólar barato, si hay más ocupación, si hay gran exportación de granos, carne, automóviles, industria minera, pescados, limones, vinos, y otros tantos productos que fabricamos con nuestro trabajo y esfuerzo, no ha cambiado nuestra vida que cada día se vuelve más sacrificada, con más horas de trabajo sobre nuestras espaldas, más privaciones, menos poder adquisitivo del salario, menos vida familiar y recreativa, más locura diaria, más ataduras, menos libertad.
En estos últimos años, los argentinos trabajadores y el pueblo expoliado hemos confirmado lo que la historia nos enseñó: Sea cual fuere la fórmula que la burguesía monopolista aplica, sea cual fuere el “modelo”, los beneficios son sólo para ellos. A nosotros que nos parta un rayo.
Ningún discurso, ninguna promesa cambiará lo que viene pasando y profundizándose desde décadas y nunca se orienta a favor nuestro.
Es que nuestros problemas, los de los trabajadores y el pueblo, sólo los resolveremos nosotros. Este es el rumbo que afirma nuestra dignidad.
Por eso es indispensable seguir profundizando el camino de la lucha autoconvocada, la conquista de mejores condiciones de vida, la organización independiente por fuera de toda institución burguesa, y la búsqueda de una salida revolucionaria para sacarnos de encima tanta explotación, tanta miseria, tanta falsedad, tanto doble discurso, tanta injusticia, tanta mentira, tanto manoseo…