Como resultado de un verdadero aquelarre de búsqueda de alianzas donde en un amasijo sin ningún proyecto político, más que las ambiciones personales de lograr algún puesto político para representar de la mejor forma los intereses de sus amos, el último fin de semana, terminó de darse forma al circo de las listas de candidatos que constituyen la oferta electoral de la burguesía monopolista.
De la promesa de la reforma política, de más democracia y transparencia, prometida por los partidos del sistema allá por el 2003, no quedó nada. Todo fue producto de rosca y designaciones a dedo.
Las razones de este escándalo, hoy naturalizado, es producto de la crisis política en la superestructura política generada por las luchas del pueblo trabajador, que no dan tregua en su rechazo a las políticas y decisiones generadas por el Estado de los monopolios y su gobierno.
A tal punto se ha profundizado el descreimiento que ya se está cuestionando, en forma implícita o explícita, a veces solapada y otras no tanto, su dominación.
De todas las ofertas electorales ninguna cuestiona el “modelo” porque hablar de éste, es hablar de los salarios a niveles chinos, de la superexplotación, de la entrega del patrimonio nacional y los recursos naturales, de hacer la vista gorda a las consecuencias producida por la explotación irracional del petróleo, la minería, el agro y la producción industrial, etc.
Aunque parezca irreal, este circo de la democracia burguesa es lo único que puede hacer seriamente la burguesía frente al imparable avance del pueblo en sus luchas por las conquistas que cada día pone más en claro quién es su verdadero enemigo.
El camino está trazado, los trabajadores y el pueblo avanzan en unidad y organización diseñando su nueva democracia donde cabe todo el pueblo. Y desde la cual se puede pensar y realizar la revolución que haga posible un país sin la burguesía monopolista para concretar la justicia y equidad.