La noticia conocida la semana pasada, acerca de la importación de gas licuado desde Qatar desde 2014, es solamente la parte de un entramado de negocios multinacionales que es un claro ejemplo del funcionamiento del sistema capitalista en su fase monopolista y de Estado.
En diciembre de 2010, la presidenta Cristina Kirchner anunció en la sede de Repsol en Buenos Aires, el “descubrimiento” de reservas de gas en Neuquén, que se calculan para unos dieciséis años. Lo de descubrimiento lo ponemos entre comillas ya que estudios serios indican que esas reservas ya se conocían desde mediados de los setenta; Repsol lo anunció justo después de haber conseguido, por parte del gobierno, un aumento del precio del gas en boca de pozo. Y ese anuncio, justo en ese momento, significó una suba del precio de sus acciones en el mundo.
La historia sigue con la gira presidencial por Kuwait, Qatar y Turquía a principios de 2011. Particularmente con Qatar, la Presidenta destacó “la complementación entre ambos países, ya que allí sobran gas y petróleo mientras faltan tierras cultivables para alimentos”. En ese marco, se firmó un acuerdo por el que el país asiático invertirá en una planta regasificadora que operará en el Golfo San Matías, en la provincia de Río Negro. Como contrapartida, desde octubre del año pasado, se viene informando de inversiones qataríes en tierras productivas argentinas por más de 100 millones de dólares.
Aquí aparecen algunas preguntas. Si Repsol anuncia nuevas reservas de gas, ¿por qué importar gas de Qatar? Sencillamente porque el anuncio no reveló que esas reservas ya son parte de un acuerdo entre Repsol y la minera Vale para proveer de gas a la mina de potasio “Río Colorado” ubicada en la provincia de Mendoza, que consumirá un millón de metros cúbicos de gas por día.
Otra pregunta. ¿Será tan sencillo para Qatar comprar tierras en Argentina cuando el gobierno nacional anunció su pomposo proyecto “Protección al dominio nacional sobre la propiedad de tierras rurales”? Seguro que sí, ya que dicho proyecto posibilita ampliar al doble el límite máximo de tierras en manos extranjeras, llevándolo al 20% del territorio nacional, cuando hoy ya el 10% se encuentra en esa situación.
La historia entonces sería que un país, Argentina, tiene gas pero en manos de una multinacional que espera que el gobierno le pague el precio que exige para anunciar que tiene más gas; que ese gas no será utilizado por las familias argentinas sino por otra multinacional que se va a llevar el potasio que explotará en la cordillera de los Andes, la que a su vez cuenta con una ley de Minería que le permite ese saqueo; Argentina importará gas de Qatar desembolsando miles de millones de dólares, al tiempo que el gobierno impulsa una ley para que los inversores de Qatar (y de donde quieran venir) puedan comprar tierras productivas; y ese gas será distribuido a los hogares argentinos, en gran parte, por Gas Natural Fenosa, empresa de Repsol que tiene el gas pero se lo vende al mejor postor.
En conclusión, un saqueo planificado y escandaloso, en el que intervienen estados, gobiernos, presidentes, legisladores, todos al servicio del capital financiero al que se le garantiza no solo la explotación desenfrenada de los recursos naturales sino también de la riqueza producida por el trabajo de millones de argentinos. Porque está claro que el gas de Qatar no lo va a pagar la burguesía monopolista, sino que será pagado del bolsillo de cada habitante de nuestro país.
Esta es la madeja de negocios y explotación que sostienen el funcionamiento de un sistema capitalista depredador de la naturaleza y del ser humano. No hay vuelta atrás para este sistema; muy por el contrario, este carácter irracional y anárquico se seguirá profundizando. Por eso la perspectiva de salida para nuestro pueblo es hacia adelante, conquistando con la lucha lo que el sistema por sí mismo no va a otorgar, desgastándolo, ahondando sus contradicciones y provocándole grietas hasta su destrucción.