A propósito de los cortes de energía… ¿Quién tiene luz y quiénes no?

Hace un tiempo atrás el señor ministro De Vido anuncio que se terminaban de utilizar las lamparitas a filamento y se tendrían que cambiar por las llamadas de bajo consumo. Lo dijo… ¿por que hay un negocio formidable detrás de esto? O ¿porque se veía venir un exceso de consumo de las empresas industriales que dejarían sin luz la precaria red eléctrica de los barrios del conurbano bonaerense? Si miramos el precio de una lámpara de bajo consumo estamos presenciando un negocio formidable. Y si miramos los apagones en todo el gran Buenos Aires en el que habitan millones, que abarcan  localidades enteras, mientras las fábricas no dejan de producir, también estamos viendo un negocio formidable pero, al servicio de la explotación de la clase obrera.

Casi en simultáneo, en diferentes localidades se cortan noche tras noche, o día tras día, las rutas,  avenidas o calles, para exigir e imponer una solución a la falta de energía eléctrica que se sufre constantemente. Extensiones kilométricas de oscuridad total para cientos de miles de familias. Dos, tres y hasta cuatro días sin luz en los hogares, cortes que duran un día entero y se dan dos o tres veces por semana durante las noches, fines de semanas completos sin luz, baja tensión… El único calor que nos ampara frente al frío del invierno y la única luz que nos alumbra son las de las fogatas. El único medio de lucha que disponemos es el corte de ruta, ya que de otra manera (por reclamos telefónicos, por emergencias, por carta o por presencia en sus oficinas), Edesur y Edenor nos ningunea.  Los mismos trabajadores que en las fábricas no cesan de trabajar por falta de energía, retornan a sus casas y están obligados a cortar las calles por falta de electricidad.

La precariedad en las redes eléctricas con transformadores obsoletos y de muy baja potencia, con redes y fases mal trazadas y en estado deficiente, frente a los esfuerzos cotidianos que hacen las compañías para mantener y evitar apagones en los centros de producción, son sin duda las dos caras del invierno en el conurbano bonaerense.  Los voceros de las empresas culpan de los apagones al aumento del consumo hogareño que dada la ausencia de redes gasíferas aumentan por la calefacción eléctrica. Cambian transformadores de mayor por menor potencia, y de tanto en tanto, como para justificar tales jugarretas anuncian que «el transformador fue robado!!!», transfieren potencia eléctrica a otras fases y dejan sin energía a otros barrios, aumentan la potencia de la iluminación en las calle y rutas,  que, o casualidad siempre van acompañadas por carteles electorales… Para colmo son muy pocos los equipos de trabajo que están dispuestos, para atender la permanente falta de suministro que salta por doquier.

Este estado crítico y anárquico de las redes eléctricas, no es casual ni mucho menos espontáneo como afirman las compañías y el gobierno; año tras año se repite en invierno y en verano. Detrás de todo esto esta el cuadro tarifario inflacionario que aumenta sin cesar, detrás de todo están las exorbitantes tarifas de las boletas que superan los 1000 pesos y que obligan a cientos de miles de personas a financiar el pago de la luz, mientras las empresas aumentan los intereses de esas deudas y mantienen en estado de deudor crónico a casas de familia, sin dejar de mencionar las multas por exceso de consumo, que multiplican considerablemente el pago de la boleta.

Al frente del monumental negocio que significa la energía eléctrica están los monopolios y los grandes bancos, y también como parte del aparato del Estado a su servicio, los sucesivos gobiernos nacionales, incluido el actual. El principal objetivo de los monopolios es la ganancia. Las mismas provienen no sólo del cuadro tarifario sino también de los multimillonarios subsidios que el gobierno les otorga. En el año 2004 se anuncio un «plan energético 2004-2013 según dicho plan para el periodo 2010-2011 el estado argentino invertiría para aumentar en 1630 megavatios adicionales la potencia instalada de energía eléctrica. La cual se haría combinando proyectos nucleares, eólicos, termoeléctricos e hidroeléctricos.  Sin embargo, el plan no se ha cumplido y el estado subsidia con mas de 4.000 millones de dólares a los monopolios del sector. Las cifras oficiales hablan de una potencia instalada de 28.000 megavatios, pero estudios reales y mas serios afirman que solo unos 23.000 megavatios están disponibles en forma constante y constituyen la capacidad efectiva de generación eléctrica». Este informe de una publicación burguesa la, «Fundación para el proyecto argentino», resume la causa principal del problema estructural de la energía de nuestro país. Seguramente que con semejante cifra en subsidios a los monopolios no les van a faltar lamparitas de bajo consumo para comprar al por mayor… Agrega además «que el aumento del consumo esta restringido por parte de los grandes usuarios de electricidad y gas». Los 23000 MB se distribuyen igual que la riqueza generada por los trabajadores: migajas para la mayoría y superabundancia para la burguesía monopólica, que concentra en sus manos la dedición de quién tiene luz y quién no.  Como dato “adicional” debemos agregar que entre Edesur y Edenor ya recibieron 250 millones de pesos para el reemplazo de las lámparas fluorescentes por las de bajo consumo…

Las autoconvocatorias barriales que deciden los cortes, tienen no solo un objetivo común inmediato, la luz, sino que en todas estas luchas se dejan oír, como una sola voz y al unísono: la solución está en nuestras manos; pues nadie se chupa el dedo y todos sabemos que el mencionado anuncio del señor De Vido escondía esta situación.

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