A pocas horas de emitir el voto, varios millones de argentinos no sabemos de lo que se trata. Sólo entendemos que todo es más de lo mismo.
La burguesía entiende por democracia como el mero hecho electoral, una democracia de “un instante”, risueño pero real.
Nosotros entendemos el tema de la democracia en la época en donde los monopolios se han apoderado de las instituciones del Estado, desde la lucha y la movilización autoconvocada del pueblo.
Sobre el acto electoral entendemos que tenemos que demostrar activamente nuestro repudio al uso que pretenden hacernos para sus sucios negocios, no yendo a votar, encontrando en ello un puesto de lucha en ese terreno que nos presentan. Si se emite el voto por presiones del aparato del Estado, impugnarlo con la denuncia a esta democracia o votar en blanco y toda forma que adquiera la denuncia al sistema corrupto por donde se lo quiera mirar.
No ir a votar es un desafío político, de un instante pero contundente.
La dignidad de nuestro pueblo no puede estar pisoteada cuando la “alternativa democrática” que nos brindan es elegir a quienes nos explotarán u oprimirán en los próximos cuatro años.
Todos los argentinos sabemos que los políticos, sus partidos, son el felpudo en donde se limpian los pies los monopolios, a ellos hay que enfrentarlos como se lo está haciendo con la movilización permanente, generando las propias instituciones populares verdaderamente democráticas que hoy pululan en todo el país reclamando conquistas económicas y políticas .
Pero en este instante “sagrado” de ellos, que es el acto electoral hay que golpearlos también con un “instante” militante, patriótico, nuestro; y repudiarlos no yendo a votar, o variantes, que en cada lugar de emisión del voto pongamos una lista de reclamos políticos y económicos.
Es un “instante” que nos pesa, porque entendemos que ese instante de ellos es autoritario, prepotente, indigno. Nos amenazan que si no votamos el domingo no podremos votar en octubre. ¡Que medida defensiva! ¡Que espanto tienen!.
La democracia revolucionaria es otra cosa, es la que se está ya caminando en múltiples puntos del país, en donde la participación e involucramiento de la población va abriendo un camino de conquistas, va preparando las nuevas instituciones, organizaciones y metodologías de las mismas, hacia la construcción de un nuevo Estado capaz de desplegar, entonces sí, procesos electorales que dignifiquen al hombre en los marcos de una democracia revolucionaria integral.