Evidentemente el gobierno estuvo haciendo números y la cuenta no le cerraba. Como es de costumbre, lo que prima en ellos es la gran subestimación al pueblo. Así fue como hace unos días atrás, salieron a bravuconear que: quien no votaba en las elecciones primarias, no iba a poder votar luego en las secundarias. Pero rápidamente tuvieron que salir a aclarar que eso no era así. El ministro Randazzo en el día de ayer, salió a dar el nuevo argumento: Quienes no voten en las primarias podrán hacerlo en octubre. Y para que la agachada no sea tan grotesca, salieron a decir que la jueza Servini de Cubría había entendido mal.
La realidad es que no saben cómo hacer para crear expectativas en esta mentirosa democracia, que sólo beneficia a la oligarquía financiera en primer lugar y en segundo lugar a quienes viven de la política sucia y hacen de ella un engaño, quienes también son corruptos, asesinos, estafadores, mercenarios, etc.
La democracia burguesa, es la base fundamental de engaño en el capitalismo, con la cual pretenden hacernos creer que con el voto, decidimos el destino de nuestro futuro. Y esa base es la que, tras la profunda crisis política que sufre el gobierno de los monopolios, a partir de la lucha de clases en nuestro país, se va despedazando. El descreimiento en las instituciones del Estado capitalista, que se expresa en el seno de la clase obrera y el pueblo más la decisión cada vez más álgida de resolver los problemas con la lucha, golpean directamente en el corazón de la oligarquía financiera, y provoca un desprestigio rotundo a la farsa electoral.
En las últimas elecciones de Capital, el 28% del padrón, ni se presentó a votar, sin contar los votos en blanco o nulos. De esto por los medios ni se habla, ya que la tendencia de no participar en las elecciones, desde hace años que viene en forma creciente.
Como ya venimos diciendo, los problemas de la clase obrera y el pueblo no los resuelve nadie, si no que las conquistas se van logrando con la lucha. Por lo tanto no votar, votar en blanco o anular el voto, son medidas que ahondan su crisis y los hace cada vez más débil políticamente, no dejándolos gobernar, no dejándolos implementar los planes de explotación y saqueo. La debilidad de ellos es nuestra fortaleza.