La defensa de nuestra dignidad es ya una actitud decidida del pueblo argentino, fundamentalmente contra el saqueo y el atropello de las grandes empresas multinacionales. Como ya es sabido, la minería a cielo abierto hace estragos en cuanto se instala, flagelo contra el que luchan miles y miles de compatriotas a lo largo de toda la cordillera de nuestro país.
La semana pasada, el pueblo mendocino dio una muestra más de esta lucha, parándole la mano al gobierno provincial y sus secuaces, cuando tuvieron que tirar para atrás la aprobación del “proyecto” minero San Jorge.
Ese camino de dignidad y enfrentamiento está plagado de muchos ejemplos que han roto el corsé con que la burguesía ha intentado aislarlos; basta apenas mencionar la lucha del pueblo de Esquel, de Andalgalá, de San Juan, combatiendo los negocios de La Alumbrera, de la Barrik, por mencionar apenas algunos ejemplos.
En estos días, esa misma lucha –que es una sola- se hace fuerte en la provincia de Córdoba, en particular en el valle de Calamuchita, totalmente movilizado.
La intención del Complejo Minero Cerro Blanco S.A. (avalado por el gobierno, por supuesto) de explotar yacimientos en el emblemático Cerro Blanco, ubicado al oeste del Río Durazno, choca con la decisión de los pobladores que de ninguna manera están dispuestos a aceptarlo. El negocio pone en jaque a la cuenca hídrica más importante de la provincia, ya que de concretarse podría contaminar el caudal de los siete embalses que proveen de agua potable a toda Córdoba.
Y esto no es nuevo, ya que en 2003 se pretendió iniciar la actividad, pero una férrea resistencia vecinal logró frenarla. La provincia de Córdoba es rica en minerales y en las Sierras Grandes abunda el cuarzo, feldespato, mica, berilio y tantalio-columbita, algunos de los cuales tienen una pureza del 99%, todos muy apetecibles para las garras mineras.
“Los vamos a volver a frenar. Si es necesario nos plantaremos frente a las máquinas”, es la consigna de los lugareños cuando hacen oír sus reclamos.
“Esto es impresentable: plantean una inversión de 3 millones de dólares, y la generación de 20 puestos de trabajo” Más allá de estas promesas miserables, para el pueblo su vida no se negocia. Para ellos está más que claro, por más plata que digan poner.
“Los sedimentos de la explotación a cielo abierto llegarían al río del Durazno, uno de los tributarios del Río Grande, el cual forma la represa Hidroeléctrica Cerro Pelado. Aguas abajo se forma el embalse Arroyo Corto, luego este curso de agua es uno de los afluentes del Embalse de Río Tercero, la represa de mayor superficie de la provincia”
A todo el desastre que genera este tipo de extracción, se le suma (como en otros ejemplos) la tremenda demanda de consumo eléctrico, equivalente al doble de lo que se genera en la actualidad en la zona, llenando toda la cuenca con residuos y de contaminación sonora por las explosiones.
Por todo ello, los pobladores del valle exigen a la Legislatura provincial que se declare a las Sierras de los Comechingones libre de minería.
Una vez más, el único freno que encuentra la voracidad monopolista es el pueblo movilizado y en lucha por su vida y por su dignidad.