Los condicionamientos que van imponiendo la clase obrera y el pueblo a las políticas del gobierno de los monopolios se sustentan en la permanente lucha por reclamos económicos y políticos.
Hay mucha bronca y odio acumulado. Los cuerpos y el “alma” están asqueados, la vida no puede seguir como está.
Durante décadas, el poder del Estado monopólico, y con él todos sus gobiernos, trabajó estratégicamente para aislar al proletariado entre sí y separarlo del pueblo en general.
Durante muchos años se negó la existencia de clase obrera. Los más “encumbrados” intelectuales escribieron páginas “doradas” sobre el tema apuntalando la estrategia de los monopolios.
No conforme con ello, “el fin de las ideologías” de los años 90 basaba sus fundamentos en la misma tendencia.
No hubo descanso para ocultar a una clase.
Esos años han pasado, es muy cierto, hoy el poder se llena la boca con la industrialización del país, hacen alarde de cuánto le roban a los trabajadores produciendo mercancías inalcanzables para los bolsillos de las mayorías. Sin embargo, en la estrategia de Estado de los monopolios y de este gobierno, aislar a la clase obrera sigue siendo prioridad en sus políticas y en su ideología.
Cuando la presidenta criticó a los que tienen tendinitis, no lo hizo en forma inocente, comienza ella misma a hacer punta política en enfrentar al pueblo, dividir aguas, es la expresión de la oligarquía financiera para echar culpas a hombres, individuos, trabajadores, como en el caso del accidente ferroviario. El sistema está podrido por donde se lo mire, pero “la culpa la tiene el pueblo trabajador” y allí se hace el acento. Entiende la presidenta que a la hora de tomar las decisiones de Estado tiene el aliento en la nuca por el estado de movilización en que se encuentra la clase obrera y todo el pueblo y por los caminos de encuentro para seguir desatando fuerzas de rebeldía.
No pueden ocultar las cifras de productividad, o sea de explotación y opresión, no pueden ocultar a una clase productora, pero intentan negarla en primera instancia y cuando no pueden intentan su aislamiento.
En Santa Cruz esa estrategia comienza a hacer agua, los obreros petroleros comienzan una nueva historia, luego de décadas, comenzando a romper una pared contra el proletariado. Allí se llevan años de protestas de diversos sectores de la sociedad, el intento de dividir las aguas entre proletariado y pueblo fracasó. El día martes pasado obreros petroleros junto al pueblo de Pico Truncado pusieron en retirada a gendarmería, información ocultada por todo el poder.
En todo el territorio nacional comienzan a derribarse muros de aislamiento.
Es en esta dirección de pensamiento que nuestro partido comienza a vislumbrar la posibilidad de ir constituyendo un movimiento revolucionario que vaya contemplando, entre otros objetivos, golpear la estrategia del gobierno de los monopolios de aislar las luchas de nuestro pueblo. Movimiento revolucionario que va expresando, de una u otra forma, la idea que de hecho se expresa en cada lucha, la democracia directa, la autoconvocatoria, la gestación de las instituciones del pueblo por fuera de las instituciones del Estado monopólico.
El rompimiento del aislamiento en que nos quiere embretar el poder bajo la idea de la conciliación de las clases ha comenzado a desmoronarse, pero se hace imprescindible mantener el estado de movilización permanente y cerrar filas de abajo hacia arriba vertebrando un caudal que siga poniendo palos a la rueda del proyecto de superexplotación, abriendo caminos que materialicen el enfrentamiento de las clases en pugna hacia una revolución capaz de poner la historia a la altura de las necesidades del hombre.