Según afirman los personeros más allegados a la presidente, la definición de la línea política de ella (léase de los monopolios) es “clara y precisa”, y haría un llamado a “la unión nacional, como concepto estratégico; el acuerdo social, su correlato político; y el acuerdo de precios y salarios, su traducción económica”. Toda una definición.
Luego del triunfo electoral, podría cualquier análisis formal, afirmar que la burguesía monopólica comienza a navegar en aguas calmas; pero todo indica que están más por entrar en una tormenta mayor que salir de ella. Pues si llaman a la unión nacional es porque no la tienen, si pretenden un pacto social es porque están aceptando que hay confrontación social, y si buscan un acuerdo entre precios y salarios es porque el temor a que los próximos aumentos salariales que demande la clase obrera los obligue a subir los precios.
Sí señores, es así de simple y concreto. La lucha de clases lejos de distenderse, cada día se tensa más, dado que los monopolios, en el afán de obtener mayores y mejores ganancias (ley motive de la burguesía, afirmaría Marx) lo que más los perturba es cómo achatar los salarios cada día. Esto explica el debate que tienen con el dólar y una supuesta devaluación. Y lo piensan, por eso dan tantas vueltas; ya que también son conscientes que de tirar mucho de la cuerda, ésta se puede terminar cortando, y no existe la fortaleza política para sostener la respuesta de nuestra clase obrera y el pueblo. Todo lo demás que se pueda decir o hacer es un intríngulis de especulaciones que no apuntan a la esencia del problema, sino más bien a esconderlo.
Los monopolios, en la disputa de planchar los salarios, comenzaron con los aumentos de precios. La lucha de los trabajadores no se hizo esperar. Pero como es sabido que el aumento que nos dan con una mano nos lo quitan con la otra, se produjo una lucha constante donde políticamente ellos salieron debilitados, y la clase obrera, cada día, más fortalecida, pues la fue condicionando para elevar su calidad de confrontación.
En medio de esto les aparecieron múltiples contradicciones, una de ellas, el retraso cambiario. Entonces intentan apelar a viejas recetas ya conocidas por todo el pueblo argentino. Para lo cual también especulan con la próxima puja salarial, donde los monopolios, gobierno y sindicatos, están viendo qué pretexto utilizan para colocar un texto de aumento salarial no mayor al 18%. Claro, con una inflación anual que supera lejos el 35%. Así es fácil hablar de acuerdo de precios y salarios.
Por otro lado, visualizan la confrontación, y si bien entre ellos tienen diferencias necesitan desviar el eje e inventar una “oposición” que les sea funcional. Acá aparece la supuesta combatividad de Moyano. Pero este tiene patas cortas: para ser más precisos, el sindicato de camioneros, paladines del proyecto de los monopolios, en las últimas paritarias se jugaron la “patriada” para que su convenio sea el techo con un 25% que firmaron y quedaron como el avestruz, ya que la mayoría de los demás gremios se vieron obligados por la lucha fábrica por fábrica, a firmar entre el 30% y el 38%. En pocas palabras, con las mentiras no les alcanza y no saben como dibujarla.
En dicho contexto pensamos que se le abren inmejorables condiciones a nuestra clase obrera para dar pasos enérgicos, audaces y decisivos en la lucha y la construcción de la unidad. Esto los hará retroceder y quedarán aún más en evidencia las mentiras de esta democracia.
Este ejercicio nos ayudará a identificarnos masivamente como el nuevo movimiento obrero revolucionario que el momento histórico demanda, colocándonos en una franca y abierta lucha de clase contra clase, materializándose esta en nuevas y masivas movilizaciones de una calidad diferente.