El gobierno dice una cosa y hace otra; el pueblo dice y hace, se moviliza y lucha

Los próximos meses se están anunciando.

El gobierno de los monopolios, la oligarquía financiera por un lado y la clase obrera y el pueblo por otro, se preparan para dirimir fuerzas en otro escalón.

El gobierno anuncia medidas de ajuste, prepara el terreno para lo que necesariamente deberían hacer para sus lucrativos  negocios y cuentan a su “favor” el triunfo electoral.

Pretenden congelar el salario en un 18% para paritarias y aumentar la productividad, es decir mayor explotación y opresión a los asalariados, o sea más rentabilidad por menos plata. Sus avanzadas son políticas e ideológicas.

La “culpa” es de los trabajadores que “paran”, que no “colaboran” con el país, es decir el cántico de siempre, utilizan la palabra sindicalistas para omitirnos a los obreros y a los trabajadores, y poner todo en la misma bolsa.

De la vereda de enfrente la mayoría aplastante del pueblo hace caso omiso al acto electoral que nada le representa y se anuncia con reclamos generalizados, entre ellos aumentos salariales del 40% y 50%, ningún techo a las discusiones paritarias, mejores condiciones de trabajo, pases a planta permanente, etc.

Las avanzadas se están dando de diferentes formas y maneras (petroleros, docentes, Aerolíneas), pero todas ponen en crisis las decisiones políticas del gobierno de los monopolios y los empuja al error permanente.

El gobierno dice una cosa y hace otra y el pueblo dice y hace, se moviliza, lucha y sostiene un estado deliberativo permanente. Las instituciones del Estado burgués no caminan, la centralización política que se requiere para estos casos el gobierno no la puede ejercer a su antojo, su frente interno está atado con hilos muy delgados. La lucha de clases los divide.

Estos meses serán de luchas, el conflicto estará a la orden del día. Frente a esta situación fundamentalmente la clase obrera tiene que elevar el nivel político de lo que se viene, si hasta ahora la lucha por las conquistas económicas y políticas inmediatas eran suficientes, ahora la apuesta tiene que elevarse.

Hay que introducir las ideas de la revolución y preparar las herramientas  en forma más directa y acelerada. La lucha por conquistas, reiteramos no responden por sí mismas a las aspiraciones de una vida digna si ellas no van acompañadas indisolublemente con el proyecto revolucionario y cuando el poder está en manos del Estado monopólico.

La lucha por la revolución social debe ser parte ya de cualquier conquista económica, en este “tramo de la historia” y por estos meses las vanguardias de la clase y del pueblo deben codearse con la idea de la lucha por el poder, preparar la unidad material de la clase obrera dentro de un gran movimiento, que bajo un plan nacional ponga sobre la mesa el aumento salarial sin techo, las condiciones de trabajo y se prepare, simultáneamente, para instalar una salida política revolucionaria.

Tenemos que aferrarnos a estas tareas que hoy por hoy puedan ser tomadas por varios centenares de miles de obreros y trabajadores en general en un marco de reclamos generalizados de todo el pueblo.

La unidad de la clase obrera, en los marcos de una unidad popular basada en la lucha y la movilización de los próximos meses, sentarán las bases de un período de enfrentamiento en otra calidad del espiral ascendente revolucionario.

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