La burguesía está siendo arrinconada por la fuerza de la lucha obrera y popular y entonces intenta transitar nuevos caminos.
El gobierno muestra las uñas y remplaza el llamado al pacto social por la amenaza de penalización de la movilización y lucha social, mediante la modificación del código penal, encubierta detrás una supuesta lucha contra el terrorismo y el lavado de dinero y, además, con el famoso proyecto de reglamentación del “derecho de huelga”.
Ambas resoluciones son impulsadas por organismos financieros internacionales, tales como el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional). ¡Una muestra más del “soberano” gobierno “nacional y popular” de la presidenta Kirchner!
No obstante, cabe aclarar que las mismas no son más que intentos de respuestas ante la imposibilidad de encarrilar, morigerar y apagar las luchas y la protesta social contra las políticas de los monopolios. Se trata de acciones defensivas y obligadas ante la incapacidad de controlar o apaciguar la rebeldía creciente, sobre todo, de la clase obrera que contagia y multiplica el estado de ánimo de lucha de todo el pueblo.
Pero, ¿cómo se logra, por decreto, o por el dictado de una ley, frenar las luchas?
Es tan absurdo, tan propio de la burguesía, creer que con un reglamento va a poder modificar lo que no puede hacerse en los hechos concretos. ¡Cuánta subestimación!
En la nota de ayer, aludíamos al “derecho de huelga” como una de las mayores conquistas logradas con la lucha por la clase obrera.
Entonces la burguesía piensa que si se modifica la ley, podemos modificar la lucha.
Señores, una cosa es la conquista que la clase obrera impone a su contrario (la burguesía) que se ve obligado, contra su voluntad, a aceptarla, y otra cosa es pretender que mediante un decreto se limite esa conquista.
¡Primero fue la huelga! Luego se reconoció como “derecho”.
En realidad, la huelga, es un acto de rebeldía que nace por fuera de la ley y el “derecho” burgués, es más, se opone y confronta contra “el derecho capitalista” de usar la mano de obra obrera como el burgués quiera por haberla comprado. Tal como se hace con cualquier mercadería: si la compro, hago con ella lo que quiero.
Cientos de conflictos en los últimos años, sobre todo, los de la clase obrera, han sido desatados por fuera de toda institución y reglamentación legal y/o estatal. No han estado encuadrados en ninguna ley, ni fueron prolijamente autorizados por la autoridad estatal luego de la presentación de los correspondientes permisos y llenado de formularios que permitan su habilitación.
¡Suena tan ridículo! ¡Es tan absurdo!
Todas las conquistas de la clase obrera y del pueblo, fueron ganadas por fuera de las leyes y reglamentaciones de la burguesía. Por fuera de sus instituciones y por el peso de los hechos. Con la lucha ajena y opuesta a las leyes del Estado, así es como se conquistó el “derecho” de huelga, se lograron las conquistas laborales, se derrotaron dictaduras militares, algunas que dijeron que se quedarían durante 20 años y se fueron a los 7 y otra, la más sangrienta que dijo que tenían objetivos y no plazos, y se tuvo que ir a los 8 años, se hizo huir a presidentes en helicóptero, y cientos de etcéteras que sería tedioso enumerar.
La lucha de clases no se detiene por decreto. Esa intención de la burguesía y su gobierno, no es más que la presentación de un certificado de pobreza política, y la aceptación que, de ahora en más, el enfrentamiento de clase contra clase se irá desarrollando sin caretas, en el terreno que camina el pueblo y bajo su iniciativa, haciendo que el doble discurso pase al museo de antigüedades.