Cristina Fernández de Kirchner: un discurso sin caretas

Acorde con la necesidad de la aplicación del ajuste clásico de la oligarquía financiera, el discurso de asunción de la presidenta Cristina Kirchner, por segundo mandato, estuvo signado por la identificación del enemigo a tratar en los próximos años: los trabajadores.

Su ataque frontal al derecho de huelga, una de las mayores conquistas políticas logradas en la lucha de la clase obrera en el siglo XX, emparentándolo con el “derecho a la extorsión”, pone de manifiesto que, para la oligarquía y su gobierno, el proletariado con sus luchas y organización, es el mayor escollo  para la implantación de los planes de superexplotación y saqueo, por un lado y, por el otro, el reconocimiento explícito de la existencia de la clase obrera y su importancia, sistemáticamente negada por el poder y sus usinas, en las dos últimas décadas.

En su discurso, la presidenta deja a las claras y reafirma la continuidad de la “conducta política” ensayada en el último año para con los docentes y petroleros en Santa Cruz o los trabajadores de la salud en Tucumán, etc.

No les quedó otra que quebrar el silencio de tumba y reconocer públicamente los conflictos en el sur del país (que tanto ocultaron todos) ; lo que no hace más que reafirmar nuestra vision de las luchas de la clase obrera, y que nuestro optimismo revolucionario está asentado sobre la realidad de la lucha de las masas y no sobre las informaciones burguesas.

En una situación de debilidad política sin precedentes, la burguesía, que en el terreno político ha perdido la iniciativa, pretende retomarla dejando de lado el discurso de “la paz social” y declara la guerra a los trabajadores que ya han comenzado a dar los primeros y raudos pasos hacia la constitución de sus herramientas políticas, abriendo así una nueva fase en la lucha de clase contra clase.

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