Como siempre pasa, para el poder la culpa la tiene el “trabajador”, “la gente” y los “argentinos”, nunca el sistema y quienes nos gobiernan.
Nos gustaría hablar de las luchas de los marineros en Puerto Madryn, de todos los trabajadores de la pesca, de cómo se desvanece “la sintonía fina” con el ajuste y gendarmería custodiando los intereses de las empresas, en fin de las luchas que van en ascenso y de conquista tras conquista. De una España y una Grecia con millones movilizadas en las calles.
Pero aún estamos dolidos, estamos mal, 50 compatriotas murieron, 705 están heridos y 40 millones tenemos mucha bronca. Esto no va pasar como una noticia más, no se podrá hacer amarillismo como suelen hacer las empresas monopolistas de la información, el dolor se lleva muy adentro.
Nos preguntamos. ¿Cómo pudo suceder tamaña desgracia?
La gran mayoría de una u otra forma, a su modo, identifica a los responsables. Gobierno y empresas, en fin, se sabe que el sistema genera tanta injusticia. ¿Describir un viaje en tren para ir a trabajar? ¿Enumerar los vejámenes que se suceden a la hora de llegar puntual a nuestro trabajo? ¿Contar las horas perdidas de nuestras vidas en esperas agotadoras cuando nos transportamos?
¿Por qué deberíamos preguntarnos estas cosas si los que viajamos somos nosotros y sabemos lo que es?
Ahora asimilamos un poco más lo que pasó con las reiteradas protestas en el ferrocarril Sarmiento cuando se expresaron con un odio muy profundo, fue un llamado, un grito de aviso de lo que iba a suceder.
Sentimos una impotencia de que nos están robando la vida todos los días un poco y, como sucedió el miércoles, de un plumazo.
Todo esto está muy mal, porque este dolor que llevamos adentro todos los argentinos y que nos vino todo junto por las vidas de estas personas, es el mismo dolor que sentimos de a poco y diariamente cuando se trabaja doce horas todos los días, cuando se están robando las entrañas de la tierra, cuando aniquilan los sueños de una vida digna, cuando se va a un hospital y no hay recursos, o se mezquina todo el proceso educativo de nuestros hijos. Ambos dolores evidencian los jirones de vida que nos arrancan. Todo está mal, muy mal.
Es en momentos como estos que aparecen preguntas de todo tipo, que aparecen cuestionamientos profundos, inquietudes, estamos hablando de preguntas de gente buena, bien nacida, que trabaja, que tiene su familia, que estudia, que tiene sueños, momentos en que se nos impone la cruda realidad del accidente con 50 muertos.
Arriesgaríamos a decir que la sensación es ¿se puede cambiar todo esto?
No hace falta ser optimista para decir que si esto está mal hay que cambiarlo y hay que ir encontrando los caminos para ello.
Es mucho lo que se está haciendo.
Al mismo tiempo que esto sucedía los marineros de Alpesca en Puerto Madryn tomaron la fábrica reclamando el pago de una mejora salarial del 30% y ganaron. Los trabajadores de la pesca están luchando en varios frentes.
¿Qué queremos decir con esto? Que dentro del sistema capitalista la lucha es el único lenguaje que entiende el poder de los monopolios y sus gobiernos para conquistar lo que es justo y nuestro.
Pero además este accidente nos lleva a pensar ¿qué tipo de vida queremos? ¿Cómo nos dignificamos como seres humanos? ¡No somos ganado…! ¡En ningún sentido! Y es allí cuando nos planteamos además de luchar por mejorar coyunturalmente las cosas, nos planteamos cambiar las causas que generan las pequeñas y grandes atrocidades.
Desde esta trinchera también luchamos por cambiar el sistema, por una revolución en la que, entre otras cosas y sólo a modo de ejemplo, el transporte del trabajador a su trabajo esté a la altura del producto que produce, y del ser humano que lo produce. Que ese fruto vuelva a él y a su familia, vuelva a la sociedad en la calidad que cualquier padre trabajador aspira a darles a sus hijos y no la basura que el consumismo genera. Que no sea la ganancia basada en la explotación y opresión que guíe el deambular de la humanidad. Seguramente una revolución que tenga como objetivo el desarrollo del hombre, tendrá un transporte colectivo a esa altura dentro de una vida social a la altura de la dignidad del trabajador y el pueblo.
Se está luchando y cada vez más se extiende una vanguardia que busca una salida revolucionaria a tanta injusticia, el camino se irá fortaleciendo y el dolor de estos terribles momentos se transformará en más protesta y organización contra el sistema que nos oprime y explota.