Un nuevo verso: la estatización de algunas empresas

Una característica distintiva de la burguesía es la actitud tremendamente práctica y voraz cuando se trata de disfrazar los negocios y ganancias que se trae entre manos. Actúa rápido y tensa todos sus resortes, eslabones y poleas, y tras ello comienza a funcionar toda la fanfarria que subsisten como gusanos autómatas al unísono para cumplir, disciplinadamente, la función que la burguesía les otorga; fundamentalmente la mentira,  en las llamadas democracias, o en las maquinarias de la muerte, las dictaduras.

En estos días se vienen sucediendo una serie de hechos que han empujado a algunos oportunistas a salir clamorosos, a jugar el papel que las necesidades de los procesos y guerras de concentración monopólica que se imponen en una nueva vuelta de tuerca en la confrontación económica planetaria, o en diversos y hasta fatídicos sucesos (que no son fortuitos) donde la lucha de clases deja al desnudo el desinterés más absoluto por la vida de los trabajadores, como el accidente del tren Sarmiento.

Por ejemplo, comienza a ser noticia que el monopolio REPSOL-YPF ha caído en desgracia. Comienza a ser atacado por el gobierno y, de hecho, ya le han quitado algún terreno concreto en Mendoza, Salta y Neuquén. El objetivo: carcomerlo y erradicarlo del país. Un tiburón mayor navega estas aguas, y el negocio cambia de dueño, porque también mayores negocios aparecen en puerta, como el de gas shale y oil shale, donde se descubrió que Argentina es la tercera reserva del mundo. Ejemplo claro de esto es el Congreso que se hizo en Argentina a principios de este año de SHALE GAS & TIGHTOIL 2012 donde los participantes fueron EXXON MOBIL, TOTAL, STATOIL, y Bancos como el CITY y BANK OF AMERICA. O casualidad, REPSOL no estuvo ni siquiera invitada (Recomendamos leer nota en esta página del 7/03/2012). Ya aparecieron con el gran verso de que el gobierno progresista de los K lucha contra las corporaciones, y hasta aclaman la estatización de YPF.

Otro ejemplo es la tragedia del tren Sarmiento (una bomba que les explotó en la mano). Rápidamente corrieron el telón tratando de montar otra escena donde supuestamente el Estado mandó un interventor al tiempo que el gobierno recurría a la “justicia” para figurar como querellante contra TBA.

En ambos casos ya corren voces desaforadas y eufóricas que “se viene la estatización de YPF”, o “mayor control del Estado”, o “la culpa es porque se privatizó el ferrocarril y ahora hay que nacionalizarlo”. Progresistas, filósofos que presumen de marxistas, y hasta algunos sectores de la izquierda trotskista y no trotskista reclama a gritos “¡¡¡Estatización!!”. ¿De qué están hablando? ¿De qué es garantía este Estado? ¿De bienestar, de seguridad, de educación, de salud, de vivienda, de alimentación?

Sí, está bien señores: si ustedes creen eso, por favor no se asuman marxistas. Asuman el rol que les toca jugar: el de estar comprometidos con el sistema poniéndose el ropaje que corresponde, el de furgón de cola de las políticas de los monopolios.

Cuando en variadas notas afirmamos que es falso el concepto de ausencia del Estado frente a la indefensión de nuestro pueblo, y afirmamos que es presencia del Estado, esa indefensión, nos parece importante recordar un pequeño tramo de “El Estado y la Revolución” donde analiza a Marx sobre el tema: “…A juicio de los profesores y publicistas pequeño burgueses y filisteos (¡que a cada paso invocan benévolos a Marx!) resulta que el Estado es precisamente el que concilia las clases. Según Marx el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del “orden” que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando el choque entre las clases. En opinión de los políticos pequeño burgueses, el orden precisamente es la conciliación de las clases y no la opresión de una clase por otra. Para ellos, amortiguar los choques significa conciliar, y no privar a las clases oprimidas de ciertos medios y procedimientos de lucha con el fin de derrocar a los opresores…”

La indefensión de nuestro pueblo se constituye en una necesidad antagónica del capitalismo para poder así, ellos, apropiarse cada día de mayores ganancias como parte del proceso de concentración económica, cada vez mayor e inevitable para los monopolios. El Estado es el instrumento que ellos poseen para llevar adelante sus objetivos.

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