El acto en Vélez habla de lo que nadie quiere hablar. Quizás lo más importante. Fue un acto a puertas cerradas, multitudinario es cierto, pero a puertas cerradas al fin. El gobierno de los monopolios le tiene terror a la movilización callejera, es lo más claro que tiene, sabe por experiencia propia que ganar la calle se sabe cómo se empieza pero no como termina.
Paralelo a ello centenares de miles de compatriotas a lo largo de estos meses experimentan en las calles, conocen por propia experiencia la “fortaleza” del gobierno y se le animan en el reclamo y en la lucha.
Cuando las aguas se dividen entre los de arriba y los de abajo y se produce una agudización de la línea divisoria, el enfrentamiento entre las clases va adoptando una calidad diferente.
El gobierno de los monopolios debe intensificar el ajuste contra el pueblo y el pueblo no está dispuesto a tolerarlo. Entramos, (inicio de una nueva fase), a un momento de cambios más acelerados.
La intensificación de la protesta y la movilización no se detendrán, las luchas por conquistas irán envalentonando a las masas un peldaño superior al de estos meses de por sí acalorados.
¿Qué está cambiando?
Que en este estado de agitación las vanguardias que están dando enfrentamiento bien pegados a sus pares de trabajo están en la búsqueda y encontrando no solo vías y metodologías de lucha practicadas por nuestro pueblo y elevadas a nuevas síntesis, sino que los objetivos del para que se lucha embrionariamente están entrelazándose con las conquistas.
La aceleración e intensificación de la lucha son hechos objetivos reconocidos por la prensa burguesa y por la realidad de centenares de centros de concentración de gente, fábricas, barrios, escuelas, docencia, salud, transporte etc. Esta presión social divide aguas por arriba, el gobierno improvisa, hoy dice una cosa y mañana otra y la “oposición” dentro del plano limitado de lo electoral no tiene otro norte que saborear las migajas de otros intereses y ajustarse a estrictas reglas de juego mafioso.
El discurso de la burguesía con el gobierno a la cabeza se despega todos los días un poco más de las aspiraciones y necesidades del pueblo. Ellos intentan ir por todo y los de abajo no los dejan. Es en este marco que se hace imprescindible que estas nuevas vanguardias surgidas de las luchas comiencen a recibir las ideas de la revolución, comiencen a darle un sentido y una calidad diferente a lo que se está haciendo cotidianamente. Un conflicto se puede ganar o perder, pero si en ese conflicto desde su misma preparación al menos la vanguardia asimila que esa lucha es parte de un enfrentamiento más grande y a la vez no termina en el conflicto sino que el mismo facilita elevar la lucha política por el objetivo revolucionario, veremos la importancia que adquiere entonces la materialización de nuevas fuerzas abordando la unidad desde abajo en los propios establecimientos y de los mismos con la realidad circundante.
Más allá de nuestro anhelo y acción por intensificar la lucha, la misma no depende de una fuerza política solamente, depende de infinitos factores que juegan en un solo momento histórico, estamos avanzando en esa dirección y las vanguardias deben materializar en fuerza material la unidad y la elevación de los objetivos políticos, seguir trabajando incansablemente como se está haciendo en la aparición de una expectativa política que asome de las entrañas de nuestro pueblo e inundar con una fuerte agitación de ideas revolucionarias creando un estado deliberativo del ¿para que luchamos? Esas son las tareas de la etapa y de una ya amplia vanguardia de masas dispuestas y comprometidas a avanzar.