La expropiación de YPF, presentada con toda la pompa gubernamental, pasó sin pena ni gloria; la vida siguió y, lamentablemente para el gobierno, la medida no generó el entusiasmo popular que imaginaban.
Mientras tanto, comienzan a conocerse noticias que van confirmando que la supuesta “recuperación de la soberanía energética” solamente significa haber cambiado de perro, pero no de collar.
El presidente de Chevron, David Holligan, anunció que la empresa de origen norteamericano comenzará en breve la perforación de tres pozos en el yacimiento Vaca Muerta ubicado en la provincia de Neuquén. Este yacimiento es parte de las reservas de gas esquisto, o shale gas, con las que cuenta el territorio argentino y que constituyen la tercera reserva a nivel mundial. Recordemos que este yacimiento era exclusividad de Repsol cuando controlaba YPF.
En distintas notas publicadas en este mismo medio nos extendemos en la importancia estratégica que ha ganado este tipo de combustible, ya que en el hemisferio norte su uso ha crecido exponencialmente y los planes son que siga creciendo. Al momento del anuncio de la expropiación a Repsol, nuestro Partido tuvo una clara posición respecto a que la medida no perseguía ningún objetivo nacional, sino que era parte de la guerra inntermonopolista en la que el Estado argentino era movido por el interés de los monopolios y no por ningún interés patriótico.
Lo anunciado por Chevron no hace más que confirmar, acuerdos previos con el gobierno de Cristina Kirchner y que la política de los monopolios es la que domina al Estado argentino. El negocio que antes manejaba Repsol, hoy lo manejan otros monopolios, en el marco de los planes que estos van teniendo no sólo en Argentina sino en el resto del mundo. Y la medida de expropiación de YPF está encuadrada en ese proceso, aunque la quieran vestir con ropas nacionalistas.