Una cuestión de clases

El hijo de la presidenta fue trasladado en el avión presidencial desde Santa Cruz a Buenos Aires para ser tratado por un problema de artritis séptica.

No vamos a enumerar la diferencia de trato que existe entre cualquier hijo del pueblo y el señor Máximo Kirchner que, vale decirlo, no es ningún adolescente, porque sencillamente no alcanzarían ni el espacio ni el tiempo, simplemente diremos que es una cuestión de diferencia de clase.

Se trata de un hijo típico de la oligarquía financiera. Un hombre que no ha trabajado nunca y que vive de los capitales que han amasado sus padres provenientes del sudor, la sangre y el sacrificio ajenos.

La enfermedad que tiene, según comentan todos los medios masivos, se trata con antibióticos. De ninguna manera justifica el despliegue que se realizó. Simplemente muestra la gran diferencia entre el discurso mentiroso y cínico de la presidenta cuando pide paciencia y comprensión a los trabajadores o jubilados para quienes tiene el no fácil, y su actitud oligarca frente a un problema familiar, que se soluciona con una limpieza y antibióticos, al que transforma en problema de Estado. Porque un oligarca es oligarca siempre aunque pretenda esconderlo bajo otra apariencia.

Cabría preguntarse por qué no fue tratado en Santa Cruz por dicha dolencia ya que allí podrían haberlo hecho tranquilamente.

Entonces vemos qué es lo que está pasando en esa provincia encendida por conflictos sociales entrecruzados desde hace mucho tiempo y que venimos señalando en esta página, entre las que destaca la lucha de petroleros.

Los médicos y personal hospitalario de Santa Cruz vienen manteniendo conflictos desde hace meses por sus reclamos salariales, guardias interminables, carencia de personal, carencia de medios para la atención de pacientes y otros reclamos tales como los que ocurre a lo largo y ancho del país en todos los centros de salud.

La presidenta y su hijo saben perfectamente las razones por las cuales se debe atender en Buenos Aires. ¡El miedo de la Sra. presidenta y del Sr. Máximo Kirchner, no es zonzo! ¡Por las dudas toman sus recaudos!

Pero si de la salud hablamos, no debemos olvidar las penurias que la mayoría debe padecer cuando tiene que tratar algún problema de salud complejo o no, en donde hay que esperar que la obra social lo apruebe, o cuando hay que hacer algún traslado que no se hace a costa de la vida del paciente, o cuando no hay turno o cama en los hospitales y sanatorios o cuanta cosa que a diario vivimos.

A esos reclamos debemos agregarle los lugares del país, que son muchísimos, en donde directamente no hay centros de salud, ni médicos, ni enfermeros, ni nada. Sólo las personas que tratan de sobrevivir con magros recursos porque la oligarquía financiera les ha arrebatado todo medio de sustento sin posibilidades de contar con algún profesional de la salud que pudiera darles, siquiera, una mínima atención.

Este abismo de clases es el que divide a nuestro país en dos partes: una sumamente extendida y supermayoritaria (la clase obrera y el pueblo) que sólo cuenta con su capacidad de trabajo y es la que produce toda la riqueza, y la otra, reducida superpequeña y sumamente rica (la burguesía, y más precisamente, el sector monopolista u oligarquía financiera), parásita y que se apropia de todo lo que producimos nosotros.

Sobran los argumentos para entender que no hay posibilidades de convivencia entre unos y otros, pues los parásitos solo viven de la sangre y la savia ajenas.

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