El ajuste llevado adelante por el gobierno, travestido de “sintonía fina”, ha recibido una nueva embestida en sus objetivos, con el recorte del envío de las remesas a las provincias de los recursos destinados al pago de los salarios a los empleados públicos. Todo encubierto en el eterno “jueguito burgués” de que se trata de “cuestiones personales”, de internas y miserias de la politiquería , miserias y contradicciones -que si bien existen- no son las que determinan las políticas de la oligarquía financiera, que pretende implementar su política de tierra quemada.
Este ajuste no les toca únicamente a los trabajadores estatales sino que también se extiende a aquellos que están en dependencia de las empresas contratistas, que realizan obras para el Estado, y que ya advirtieron que no disponen de los recursos para pagar el aguinaldo, debido a que los estados provinciales no pagan.
Lo verdadero y concreto es que se les quita del bolsillo a los trabajadores una parte importante del ya miserable salario ganado.
Las pretensiones de que no crezca el pasto en tierra quemada, de que no estalle la ira, ya ha recibido el rechazo y la indignación de miles de trabajadores que se disponen a la lucha para no dejar pasar este nuevo atropello.
Han llegado algunos minutos tarde, la asunción del rol protagónico de la clase obrera en el escenario de la lucha de clases, la creciente disponibilidad a la movilización de todo el pueblo, ha producido una profunda politización del debate en toda la sociedad, sobre todos los aspectos y medidas del régimen.
Los próximos mese serán de incesante movilización y enfrentamiento a las políticas de la oligarquía financiera, y un campo fructífero para concreción y el afianzamiento de la unidad y organización de las fuerzas políticas de la clase obrera y el pueblo, paso fundamental en el camino a la revolución.