- 1 de cada 7 habitantes en el planeta pasa hambre.
- La cantidad de dinero que se roba a los trabajadores en el mundo y va a parar a las arcas de unas pocas empresas monopolistas es de 859.000 millones de dólares (año 2008). Cifras oficiales.
- Mientras que la “ayuda” a los países para el desarrollo fue tan sólo de 133.500 millones de dólares (año 2011, cifras oficiales)
- En África, el continente más pobre, los monopolios extrajeron entre los años ‘70 y 2008, 854.000 millones y 1,8 billones de dólares. Con esta suma fabulosa, los africanos no sólo habrían podido cancelar “su deuda externa total” (de unos 250.000 millones de dólares en 2008) sino que, en el cálculo más conservador, les habrían sobrado 600.000 millones de dólares para erradicar el hambre, reducir pobreza, etc. La tendencia, por si fuera poco, es el incremento de esta rapiña: los flujos ilícitos hacia los monopolios pasaron de 57.000 millones de dólares en la década de los ‘70 a los 437 mil millones entre el 2000 y 2008(cifras oficiales).
- Sólo 10 monopolios mueven más recursos económicos que la suma de dos Estados Monopolistas como Brasil e India juntos.
- 21% de las filiales de las 50 primeras transnacionales europeas están domiciliadas en paraísos fiscales. Lo que implica un verdadero descontrol del robo ejecutado a los pueblos del mundo.
- De las 100 primeras compañías en la Bolsa de Londres, 98 tienen sociedades localizadas en el archipiélago corsario. Estas empresas no rinden cuenta ninguna de todo lo recaudado.
- Estados canallas como Luxemburgo acaparan activos financieros equivalentes a 2.285 veces la riqueza nacional. Son Estados sostenidos por los Monopolios para albergar la idea de que el Hambre es una fatalidad.
En realidad el título de este artículo lo dice todo y fue tomado de muchos gritos de angustia que recorren el planeta, no es una frase nuestra, pero la tomamos como nuestra. En la Argentina, la presencia de estos monopolios que se refugian en la legalidad burguesa que existe en el planeta, son los mismos que aparecen en los paraísos fiscales y que gobierno tras gobierno realizan los artilugios legales para exportar los capitales extraídos fundamentalmente de la clase obrera.
El hambre no es una fatalidad, es un asesinato, encuadra muy bien el eje central de contra quienes luchamos aún cuando hagan alarde de sus compromisos como lo hace este gobierno con los derechos Humanos.
Este es el sistema capitalista que ha hecho crecer la muerte y que gobiernos como los nuestros, con un gran maquillaje “democrático”, abundan en el dolor de nuestro pueblo. Son parte de la barbarie impuesta por unos pocos poderosos.
El hambre no es una fatalidad es un asesinato, señora presidenta. No estamos dispuestos a tolerarlo y, por ello, de una u otra manera, se va encendiendo la hoguera que los va privando cada vez más de gobernar como ustedes quisieran gobernar para seguir esquilmándonos y, además, sucede que se va levantando un gran arco de protesta, lucha y movilización que se entrelaza con las ideas de revolución social lo que pondrá fin al hambre como “fatalidad”.