El anuncio del “aumento” de las asignaciones familiares que efectuó la Presidenta como un nuevo ejemplo de cómo este gobierno “distribuye” la riqueza, es otra de las mentiras con las que el gobierno de los monopolios intenta disfrazar sus políticas de clase.
Lo que ocultó el anuncio es que, hasta ahora, las asignaciones para los trabajadores en actividad eran cobradas por el progenitor que menor salario recibía; es decir, la base del cálculo era sobre el ingreso individual de cada trabajador. Con el “aumento”, se modificó esta regla y ahora se toma como base el ingreso de la familia. Un ejemplo: Si todos los ingresos sumados superan los $ 6.000, automáticamente esa familia pasa a cobrar la última categoría, es decir $ 90 por hijo.
La matriz de estas modificaciones está en la esencia clasista de este gobierno. Con esta medida, la masa de dinero destinada al pago de las asignaciones familiares desciende abruptamente. Con esta disminución se aumenta la asignación universal por hijo que se destina a los sectores más pobres de la sociedad. La asignación universal por hijo comenzó a pagarse cuando se dejó de pagar el salario familiar a determinados sueldos de los trabajadores. La “redistribución” se realiza entre los propios trabajadores y desde éstos a los sectores más desprotegidos de la sociedad, sin tocar un centavo de las ganancias empresariales, que durante estos nueve años de gobierno “nacional y popular” han sido astronómicas.
Esta medida está en sintonía con el cobro del impuesto a las ganancias al salario trabajador. La medida de modificar la base de cálculo de las asignaciones familiares es otra confiscación al salario; de esta forma, se agranda la cantidad de trabajadores que no recibirán pago alguno por asignaciones, al tiempo que sigue aumentando la cantidad que sufren el impuesto al salario.
La lucha contra este ataque directo al bolsillo del pueblo trabajador debe tomar un nuevo impulso a partir de esta medida. Está en consonancia con el tope a las paritarias mientras la inflación sigue al galope y deben ser enfrentadas desde la unidad por abajo, multiplicando las medidas en cada lugar de trabajo para cimentar una lucha nacional que barra definitivamente con la política del gobierno de los monopolios.