Son varios los desaparecidos, asesinados y víctimas de atentados e intimidaciones de testigos que debían presentarse en la “Justicia” para declarar contra crímenes cometidos por los monopolios.
Desde la caída de la dictadura, este tipo de crímenes más otros ocasionados contra personas víctimas de diversos tipos de causas que siempre tienen que ver con los negocios de los grandes potentados de la oligarquía financiera (trata de personas, drogas, y otros), se vienen sucediendo durante todos los gobiernos institucionales.
Cuando más profunda es la crisis en la que cae acorralada por la lucha popular; cuando le es imposible gobernar por el embate de las masas; cuando, de mil formas, el pueblo con sus luchas le demuestra que no está dispuesto a dejarle pasar una; cuando comienzan a resquebrajarse sus instituciones y la crisis política e institucional del Estado se transforma aceleradamente en descomposición y desmembramiento, la oligarquía financiera en el poder intenta dar manotazos desesperados.
Mientras el Estado esté al servicio de la burguesía, toda persona del pueblo que vaya a la “Justicia” a atestiguar contra crímenes perpetrados por los dueños del capital financiero, no estará segura, salvo que cuente con una masa popular movilizada que la proteja.
La única seguridad del pueblo es la que se logra mediante su movilización y en la confrontación contra el poder de los monopolios. Allí, es donde cada hombre, mujer y joven de esta tierra argentina encuentra el cariño, la solidaridad, la protección de sus semejantes unidos por el objetivo común, y la verdadera seguridad. De esto hay incontables ejemplos en la historia Argentina.
Por eso, las instituciones y organizaciones oportunistas que llaman a confiar en la “Justicia” al servicio de los monopolios, constituyen un anzuelo contra el pueblo.
El gobierno de Cristina de Kirchner es responsable, conjuntamente con todas las instituciones del Estado y los esbirros a su servicio, de la suerte de Alfonso Severo.
La lucha, la movilización, la denuncia, el golpearlos para que su resquebrajamiento se extienda y se profundice hasta transformarse en destrucción, es la garantía de las vidas de cada hombre, mujer, joven y niño del pueblo argentino.