La lucha de clases: la otra cara de la moneda

¿Cuántas palabras, discursos, consignas, mentiras y demás artilugios ha utilizado el gobierno de Cristina para intentar engañar al pueblo argentino? Sus propuestas son de cartón, sus castillos de arena, son solo ilusiones de tenernos en un corral, de ahogarnos en un costal, de sumergirnos bajo el agua. Todo se le hace cuesta arriba porque el movimiento de masas, los trabajadores y el pueblo, están asumiendo con mayor decisión el protagonismo de luchar por mejores condiciones de vida y en cuanto y tanto existan las mentiras y no se resuelvan los problemas, todas sus  artimañas caen en saco roto, porque frente a cada medida impopular del gobierno es inminente la respuesta de la lucha popular. Habría que preguntarles a la presidenta, a los funcionarios alcahuetes, a los sindicalistas traidores a los reformistas y oportunistas ¿Cuántos argentinos comen con las consignas «Clarín miente»? ¿En cuántas fábricas se terminó la explotación con las paredes tan burdamente pintadas con la leyenda «insoportablemente vivo»? ¿Cuántos jóvenes han dejado de consumir paco porque estamos «unidos y organizados»? Qué poca sensatez que tienen al difundir por todos los medios oficiales su «pelea» contra Clarín, haciendo alusión al 7D, promoviendo una «causa nacional» que en verdad nada tiene que ver con la realidad que padecemos a diario millones de argentinos, como si el día 8 de diciembre mágicamente se terminara la inflación, los bajos salarios, la inseguridad, la marginalidad, la injusticia y  todos los abusos que este sistema viene perpetrando hace años.

UN SISTEMA EN CAIDA LIBRE

Otro grado más de subestimación a la inteligencia colectiva del pueblo es el llamado «voto de los 16», que no es más que ampliar el padrón electoral, ya que ven que la rebeldía al sistema y todas sus instituciones crece día a día y ven peligrar la legitimación de la dominación capitalista. Tienen miedo de que el estado deliberativo que han tomado los recientes conflictos en las escuelas secundarias de la Ciudad de Buenos Aires, se multiplique a la gran cantidad de jóvenes que están asqueados del sistema y que ven en la lucha autoconvocada una respuesta a los problemas de organización a la hora de luchar por nuestros derechos.

Es el propio gobierno el que ha puesto claridad a la lucha de clases con sus medidas que favorecen a los monopolios. Han mostrado la hilacha una vez más con la votación de una nueva ley de accidentes de trabajo, donde se suspenden las auditorias de seguridad y exigencias laborales, al tiempo que abrieron un nuevo negocio de los seguros, una ley que atenta contra los trabajadores ya que pone fin a la posibilidad de iniciar juicio contra las empresas cuando no se  este conforme con la indemnización ofrecidas por las ART, entre otros puntos que solo favorecen a las empresas.

El pago de bonos en dólares que anunció el gobierno K es otro de los tantos ejemplos que podemos citar para sacarle la careta al gobierno autoproclamado «nacional y popular». Son inauditas las expresiones de Cristina Fernández, al decir que con este pago se termina la bicicleta financiera, al tiempo que mantienen recaudaciones que salen de la explotación de la clase obrera y el pueblo en general. Ejemplo de lo que decimos son los números presentados oficialmente: recaudación impositiva interanual $60.131 millones, de los cuales el mayor porcentaje pertenecen al impuesto a las ganancias, con $12.498 millones y al IVA, con $17.557 millones.

SE LES PUDRE POR ABAJO

La otra cara de la moneda de la situación política a nivel nacional y que por los medios de información del sistema no se ve reflejada, es la lucha autoconvocada y la disposición al enfrentamiento de la clase obrera y el pueblo a las políticas de los monopolios. Está es una realidad muy dinámica, por que de un momento a otro, miles se lanzan a las calles a luchar por lo que le corresponde. En las fábricas, en los barrios, en las escuelas, en los hospitales, en cada ámbito social se discute y se busca la resolución a los problemas que los diferentes gobiernos tanto nacionales, como provinciales y municipales, no resuelven.

La acción autoconvocada viene expresando durante años el asqueo que existe en la sociedad hacia las instituciones burguesas, ya sean legislativas, judiciales o ejecutivas; así como aquellas instituciones que también sostienen el sistema de dominación, explotación, opresión y represión a las masas populares.

El ejercicio de está herramienta viene dando grandes saltos en la lucha de clases, entre ellos podemos destacar el papel que el proletariado está cumpliendo en los diferentes conflictos de este último tiempo. Por eso es imprescindible fomentar por todos lados está herramienta que ha nacido al calor de la lucha para transformarla en una institución estable del poder popular, del poder local y del poder revolucionario, para nacionalizar el proyecto político que pondrá fin a la inhumanidad de la oligarquía financiera.

Cada golpe que le asestamos al gobierno de los monopolios y a las trasnacionales es un avance en la construcción de nuevas fuerzas populares. Esas fuerzas que hoy por hoy las podemos encontrar dispersas en cada rincón del país luchando por mejores condiciones de vida, son las bases materiales de las organizaciones que se irán forjando al calor de la lucha, donde a partir del ejercicio de la autoconvocatoria, la democracia directa, las discusiones colectivas, las resoluciones de los problemas en el seno del pueblo, se consolidarán como verdaderas instituciones del estado de movilización actual y del futuro Estado Socialista.

Por eso debemos insistir que cuanto mejor nos vaya a nosotros, conquistando en la lucha nuevas reivindicaciones, capitalizándolas en nuevas organizaciones, peor le irá a ellos, al Estado de los monopolios, que intentará por todos los medios mantener su poder que cada vez se encuentra más quebrajado.

La descomposición e ingobernabilidad del Estado burgués ya es un hecho porque cada paso que dan está condicionado por la lucha de clases que cada vez está más candente. Profundizar en este sentido la unidad de la clase obrera y el pueblo, la lucha por los reclamos y la idea de que si no resuelven los problemas acuciantes que tenemos tendrán que hacerse a un costado, tendrán que emprender la retirada, es una demostración de poder popular que en el transitar de la lucha por la toma del poder nos dará nuevas fuerzas para derrotar a los monopolios y sus gobiernos.

Todo nuestro accionar está basado en esa fuerza material que describimos, por eso debemos potenciar la autoconvocaria transformando lo cotidiano en estratégico, avanzando en la organización política de los trabajadores y el pueblo, hacía la construcción de la salida revolucionaria.

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