La situación de la clase obrera va cambiando velozmente. La explotación y la opresión de la burguesía se encuentran hoy duramente cuestionadas en la decisión de lucha de los trabajadores.
Los parques y polos industriales de todo el país, considerados hasta hace poco “territorios liberados” para el abuso de los monopolios, las prolongadas jornadas de trabajo y los salarios de miseria, el trabajo en negro y los contratos basura, hoy se encuentran jaqueados por la creciente disponibilidad a la lucha y a la movilización.
Como ocurre cotidianamente en todo el país en el complejo siderúrgico de Tandil, hace unos días, los trabajadores de SATA tomaron la planta industrial. La medida fue en respuesta al envío de 19 telegramas de suspensión por 30 días sin goce de sueldo.
La empresa multinacional, de origen italiano, se dedica a producir una amplia gama de productos de última generación con capacidad de producción de 35.000 toneladas anuales, destinados a la industria autopartista. Siendo su producción principalmente para la exportación y la provisión a las terminales automotrices locales.
La excusa de la empresa es no tener “un dólar competitivo” y la existencia de “altos costos laborales que hacen que los pedidos sean trasladados a Brasil, México y Europa”. La realidad es que utilizan a los trabajadores para presionar y lograr subsidios Repro, para así reducir los salarios a costillas de todo el pueblo y continuar con la explotación.
La tensión producida por los trabajadores con la permanente movilización y pintadas repudiando y denunciando a la empresa y sus personeros y la toma de la planta ha hecho que se movilizara buena parte del sector metalmecánico del parque industrial, llevando este conflicto a la arena política haciendo entrar en pánico a la burguesía por la posibilidad de una réplica o contagio del conflicto en otras fábricas de las mismas características en la región.
En el área y Parque Industrial Tandil se encuentran instalados más de 50 establecimientos industriales metalmecánicos y 700 empresas fabriles de la más diversas ramas, que dejan a las claras el potencial político transformador que anida en esa clase obrera.
La clase obrera ha comenzado su marcha y ocupará su lugar en el escenario político en la medida en que continúe resolviendo, a través de la movilización y la lucha, la unidad y organización que, desde la democracia directa, defiendan genuinamente sus intereses económicos y políticos por fuera de las instituciones que pretende imponer el sistema.