Ha terminado el “noviembre de furia” en el que el pueblo trabajador hizo sentir el “aliento en la nuca” a la burguesía monopolista y su gobierno preanunciándoles otro verano caliente.
La gigantesca movilización del 8 de noviembre y el contundente paro nacional del 20, más allá de la intención y voluntad de los convocantes, y los cientos de paros y movilizaciones de todo los sectores del pueblo a lo largo y ancho del país, han dejado de manifiesto el rechazo a las políticas de explotación, opresión y despojo de la burguesía y su gobierno. Hechos que cuestionan en esencia al sistema parlamentario representativo burgués, sus instituciones y partidos políticos electoralistas.
La acción del pueblo agudizó, aún más, la crisis política en las alturas de poder, cuyos personeros, sorprendidos, desorientados, se dividen y enfrentan en las políticas de cómo retomar la iniciativa en el estrecho marco dejado por las movilizaciones y se unifican para cumplir los mandatos de las necesidades inmediatas del capital y su odio clasista.
El gobierno acorralado recurre a la irritante y provocadora política de negación de la realidad y muy lejos de las preocupaciones y aspiraciones del pueblo, solo atina, a instalar, mediáticamente, “fechas patrióticas” de “reafirmación nacional”.
En sus cuevas, muy lejos de las calles, organizan actos donde con planos cortos de la televisión de la murga de aplaudidores pretenden confrontar sus miserias con la imagen de las calles desbordadas por el pueblo.
Noviembre ha sido el mes de la reafirmación, por parte de las masas, de que las calles les pertenecen y que no están dispuestas a abandonarlas. Este nuevo mojón en la lucha de las clases es nuevo escalón y punto de partida de las luchas que se avecinan. Y a esta decisión de no dejarlos hacer libremente sus grandes negocios y no dejarlos gobernar como ellos quisieran, los revolucionarios la debemos acompañar redoblando los esfuerzos en avanzar, profundizar y organizar la unidad política revolucionaria en todos los planos de la sociedad. Unidad fundamental que en la lucha y movilización se constituya en el ámbito de acumulación de las gigantescas fuerzas de cambio que moran en nuestro pueblo.
En noviembre, el pueblo ha hecho su parte y está a la búsqueda de la alternativa revolucionaria. Y ese es el quehacer.