Una nueva víctima de este sistema perverso e inhumano

Hoy, cientos de miles de trabajadores de nuestro país nos encontramos con una noticia que golpea lo más profundo de nuestros sentimientos. No es la vuelta de Bianchi a Boca, no es el fracasado fin del mundo anunciado hipotéticamente por el calendario maya; ni siquiera es la impunidad con la que el ministro Randazzo anuncia más de un 40% de aumento en el boleto de trenes y colectivos metropolitanos, porque se lo pidió la presidenta para que tengamos más “eficiencia” y para favorecer “a los que menos tienen”… Cinismo aparte.

La cruda crónica periodística señala que “un empleado desequilibrado mató a los dueños de la empresa y a su jefe, prendió fuego la planta y se suicidó”. Se trataba de un trabajador de la empresa Bascoy, ubicada en la localidad de Don Torcuato, que se dedica al transporte y a la logística.

Los medios de la burguesía tratan de menospreciar los hechos y hablan de que el trabajador “tenía antecedentes violentos” y que el reclamo salarial era porque le debían nada más que 2.000 pesos”.

Pero en realidad se trataría de un despido mal liquidado en una empresa anterior, y la deuda ascendería a más de 120.000 pesos, según denuncian sus familiares. Su hijo, lleno de dolor, declaraba anoche: «Se cansó. Mi padre hizo lo que tenía que hacer. No lo iban a pasar por arriba, no lo le pagaban lo que le debían hace más de dos años”.

Probablemente, este hecho pasará a engrosar las crónicas policiales de los medios de la burguesía; pero para los millones que todos los días estamos 12, 14 horas o más fuera de nuestros hogares, tratando de ganarnos el pan, haciendo un esfuerzo indescriptible percibiendo salarios miserables, padeciendo enormes niveles de superexplotación, este hecho no pasa desapercibido y nos indigna.

Este arranque individual desesperado no es producto de “una mente siniestra”, sino el resultado al que nos empuja este sistema tramposo, perverso, saqueador, inhumano, explotador e indigno. ¿Quién puede tener la autoridad moral que le permita condenar a ese trabajador desesperado, frente a los atropellos que a diario vivimos por parte de las empresas?

Así “vivimos”, así estamos, por más que pretendan ocultarlo con decorados discursos “progres” y “productivos”, por más que intenten hacernos creer que “está todo bien y que acá no pasa nada”.

El trabajador es el último orejón del tarro, esa es la única “ley” que conoce (y aplica) la burguesía. Las empresas continúan con sus planes de producción a costa de nuestro esfuerzo y de nuestro trabajo, proyectando millonarias ganancias a costa de “bajar los costos” (que no quiere decir otra cosa que continuemos partiéndonos el lomo para que ellos ganen más). Se malgasta el esfuerzo humano por el solo hecho de generar más ganancias para unos pocos.

Carlos Landívar, chapista, padre de nueve hijos, quien trabajaba de lunes a lunes sin fines de semana ni feriados, será para los medios de la burguesía, un nombre que mañana pasará rápidamente al olvido.

Para los que trabajamos y sufrimos todos los días como él, todo tipo de atropellos, una nueva víctima de este sistema perverso e inhumano.

 

 

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